San Antonio de Padua con el niño es obra del Cordobés Felipe de Rivas 1642. Felipe de Rivas, fue discípulo de Juan de mesa, hasta su muerte, pasando a ser seguidor del granadino, pintor, escultor, arquitecto y diseñador Alonso Cano y del jienense Martínez Montañés, que fue un escultor del Renacimiento y del Barroco. Otra gloria más para Sevilla, esta vez de nuevo el Santo del que lleva el nombre del convento, el portugués San Antonio de Padua. La procesión discurrió, desde la Iglesia conventual de la calle San Vicente, y marcho por el arrabal de San Lorenzo y su feligresía. La comitiva estuvo compuesta por cruz alzada con dos ciriales, seguido de Hermandades de la provincia de grupos jóvenes, con varas e insignias, igualmente las corporaciones de glorias y penitencias arraigadas a la parroquia, a continuación la venerada reliquia de San Antonio de Padua, e inmediatamente la presidencia de hermanos mayores, el grupo de acólitos con ciriales y pertiguero e incensario, y el paso de San Antonio. El exorno floral estuvo compuesto por flores lilium, astromelias y lisianthus todas ellas blancas. El responsable del martillo fueron los capataces, los hermanos Juan Antonio y francisco José Días Redondo, con su equipo de auxiliares, que llevaron el paso al son de la Banda de la Agrupación Musical Veterana de Sevilla. Estuvo en la presidencia el P. Fray Manuel Domínguez Lama OFM, secretario de la provincia bética franciscana y antiguo guardián del convento, acompañado del sacerdote Miguel San y hermanos mayores del Buen Fin y de otras Hermandades. Como dato curioso es que esta procesión fue organizada por el grupo joven de la Hermandad del Buen Fin, tras haber pedido permiso a la junta de gobierno de la corporación del Miércoles Santo.
Fotografía Antonio Rendón Domínguez