En la calle Cuna número 51 de Sevilla hace un siglo,Enrique Avila Carvajal, casado con Emilia Cereceto Bourrelier, abría al público la tienda cuadros Venecia. Mañana jueves a las nueve de la noche la cuarta generación familiar celebra el centenario con una reinauguración del negocio al frente del cual se encuentran las nietas del fundador, Emilia y Teresa Moscoso Avila. El nombre de la tienda era un homenaje a los antepasados italianos de la familia que llegó a tener en la calle Cuna otros negocios en el siglo XIX ,la bombonería Cereceto Bourrelier y una tintorería. La hija del fundador, Emilia Avila Cereceto, estuvo al frente del negocio 65 años, falleció a los 86 años en el 2006, la sucedieron sus hijas que han seguido la filosofía familiar trato personalizado y cuidadosa atención al cliente. Teresa al frente del taller enmarcando obras de todos los pintores conocidos a nivel nacional e internacional, hasta obras de Picasso han pasado por sus manos, Emilia cara al público con un don de gentes y un cariño desmedido por sus clientes es que son ya como parte de la familia. El marido de Emilia, Ignacio Mena, se unió al equipo hace 25 años, él fue el impulsor del desarrollo y crecimiento del negocio adaptándose a los nuevos tiempos y ampliando en la calle Lagar, 17 el taller y otro punto de atención al público. Mañana jueves 18 de marzo a las nueve de la noche la familia quiere reinaugurar su establecimiento de la calle cuna, un edificio obra de un discipulo del arquitecto Anibal González, casi en la Plaza del Salvador, y celebrarlo con la gran familia del mundo del arte y la pintura. Cuadros Venecia recupera la tradición artesana enmarcando cuadros y todos tienen cabida allí: -Desde misses, toreros, famosos y galeristas, la exposiciones de los museos, la gente normal a todos tratamos con el mismo cariño y respeto y se han producido a veces situaciones simpáticas como cuando nos piden que enmarquemos una entrada de Curro Romero, un mechero de un señor que había dejado de fumar, zapatillas de futbolistas, capotes y trajes de toreros la gente quiere conservar a veces cosas sorprendentes, comenta Emilia. Angela Mena, tercera hija de Emilia Moscoso e Ignacio Mena,sigue los pasos de la familia , estudiante de Bellas Artes y con un prometedor futuro como pintora, ya ha realizado varias exposiciones con gran exito .
Diego J. Geniz en Diario de Sevilla
No son cien años de soledad los que se esconden precisamente tras las puertas de Cuadros Venecia. Más bien, todo lo contrario y ayer lo celebraron. Este establecimiento abrió sus puertas en 1913, pero ya en 1910 Enrique Ávila Carvajal puso en funcionamiento un taller de enmarcaciones de cuadros, origen de la tienda que hoy regentan Emilia y Teresa Moscoso, las nietas del fundador. Desde entonces apenas pasan cinco minutos sin que algún cliente los visite. Treinta al día. La media no baja ni con la crisis.
Emilia Moscoso es la principal encargada de la tienda que se encuentra en la calle Lagar, transversal a Cuna y que se abrió hace 25 años. Allí atiende y aconseja a todo el que llega. "A cada persona le intentó conseguir lo que me pide después de darle mi consejo para mejorarlo. Rara vez hago una enmarcación si no me gusta, y si finalmente es así le digo con total sinceridad que no es de mi agrado", asegura Emilia Moscoso, que junto a su hermana Teresa, encargada del taller, es la tercera generación de esta empresa familiar que ha sobrevivido a todo tipo de situaciones. Ahora le llega el turno a la cuarta generación, en cuyo seno hay dos estudiantes de Bellas Artes, que ya pintan óleos que han captado una buena clientela.
"El éxito de que una empresa familiar, con 15 trabajadores, se mantega a flote es remar todos juntos en una misma dirección", señala Emilia, quien con su delantal asido a la cintura cuenta las múltiples anécdotas vividas en los 40 años que lleva trabajando mientras que embala los últimos encargos. "Hemos realizado todo tipo de enmarcaciones: desde la pastilla de un diabético hasta un billete de 1.000 pesetas y los botones del uniforme de un director de hotel que entre en dicho negocio de botones", recuerda la encargada de la tienda.
Junto a Teresa y Emilia trabaja también el marido de esta última, Ignacio Mena, quien se encarga de las exposiciones y de diversificar la gama de artículos de venta, que alcanzan una muestra de 3.000 marcos, desde los más tradicionales a los más vanguardistas. Precisamente, para conmemorar el centenario Cuadros Venecia "reinauguró" ayer su tienda más antigua, en la calle Cuna, con el fin de ofrecer piezas de decoración que aún se realizan con técnicas artesanales: marcos, pedestales, cornucopias y tallas de niños Jesús asemejan obras de siglos pasados, pero con precios más asequibles.
Mientras Ignacio muestra la nueva tienda su mujer se prepara para el ágape de apertura. No pierde un segundo para invitar. Reconoce a un cliente desde lejos. Cuatro décadas detrás de un mostrador dan para mucho. "Esto es una tienda de caprichos y aquí hay que someterse a los deseos del cliente, que después de un siglo no han variado tanto: sevillanos de gustos antiguos y modernos. Tradición y vanguardia. La historia es siempre la misma".