El 38% de los aficionados al fútbol en el mundo son mujeres.
El origen de la discriminación en nuestro país se halla en los estatutos de la Federación Española, en los que se excluye al fútbol femenino de la posibilidad de obtener licencias profesionales.
El verdadero boom de la afición femenina por el fútbol se produce hace aproximadamente una década y ha tenido mucho que ver con la liberación de la mujer, según María Méndez, vicedecana adjunta de Extensión Universitaria y Relaciones Internacionales de la Universidad de Extremadura y autora de La mujer, el deporte y la violencia. Mujer Hoy aborda en su próximo número la situación de las mujeres apasionadas por el ese deporte.
En mi estudio añade Méndez-- descubrí que al principio, las que iban a ver un partido lo hacían normalmente acompañadas del marido, el hermano o los amigos, pero poco a poco han ido independizándose de ese rol de acompañante. Ahora, existen asociaciones de aficionadas, clubes y organizaciones exclusivamente femeninas, cosa que hace unos años era impensable.
Las cifras siempre ayudan a poner las cosas en su sito. Un estudio de la empresa Sport+Markt eleva a 300 millones el número de aficionadas al fútbol en todo el mundo, un 38% del total de seguidores. Ese mismo estudio arrojó que de los 400 millones de euros que equipos como Barcelona, Real Madrid y Manchester United obtienen, aproximadamente 80 provienen de la afición femenina. Aunque no todo el camino está andado.
El terreno de juego es otra historia. Con las botas puestas, el fútbol sigue siendo cosa de hombres. Los datos de la FIFA, la federación internacional, revelan que hay 29 millones de jugadoras, muy lejos de los casi 250 millones de hombres. Además, en España, las del máximo nivel no son profesionales, no tienen reconocidos sus derechos laborales y en muy pocos de los 16 clubes de la primera división poseen contrato y alta en la Seguridad Social. El origen de esta discriminación se halla en los estatutos de la Federación Española, en los que se excluye al fútbol femenino de la posibilidad de obtener licencias profesionales. En nuestro país, una jugadora puede ganar entre 400 y 2.000 mensuales. Da rabia saber que si alguna de ellas hubiese nacido chico sería millonaria, decía José Ramón Hernández cuando era el entrenador del Rayo Vallecano femenino. Reconocimiento institucional y mayor presencia en los medios de comunicación serían los primeros pasos hacia la equidad.
Si buscamos el equivalente femenino a los mejores jugadores de la liga masculina, Natalia Pablos, capitana del Rayo Vallecano femenino, es una de ellas. Ha sido dos veces pichichi; ha ganado tres Ligas, una Copa de la Reina y un Campeonato de Europa. Pero su vida es muy distinta de la sus homólogos masculinos. Hay pocos clubes donde las chicas sean profesionales. En el Rayo tenemos contrato laboral pero, a diferencia de los hombres, está mal pagado y tenemos que formarnos para nuestro futuro laboral, confiesa. En su opinión, el fútbol femenino avanzará, pero nunca llegará a ser negocio como lo es el de los hombres.
Berta Carlés, de 28 años, segunda entrenadora del F. C. Barcelona femenino, comparte la misma opinión. Para Berta, una chica llega al fútbol exactamente igual que un chico, jugando en el patio del colegio o en la calle. La dificultad viene después afirma--, cuando vas creciendo, y tus compañeros se apuntan.
a clases extraescolares y a ti no te dejan. Una desigualdad que se mantiene con el paso del tiempo: A pesar de que el esfuerzo que hacemos es grande y competimos en un nivel muy alto, ni somos profesionales ni tenemos las mejores condiciones. Aquí todas estudiamos y trabajamos, porque tenemos claro que del fútbol no vamos a vivir.