
En primer lugar, quiero subrayar que la primera prioridad de una entidad financiera debe ser salvaguardar su equilibrio económico, su cuenta de resultados, porque es la mejor manera de defender los intereses de los clientes que han depositado su dinero en ella.
La prudencia en la gestión del riesgo, la cultura del crédito, está en el código genético de la actividad financiera, porque sólo de esta manera se puede lograr prosperidad a largo plazo.
Hay que decirlo alto y claro. Si una entidad financiera olvida la solvencia, es imposible que sea útil a la sociedad a medio y largo plazo.
Una entidad financiera responsable debe facilitar el dinero suficiente para financiar todos los proyectos empresariales que sean viables, y acompañarlos en su desarrollo y ayudarlos a su consolidación. Pero no prestará a quien piense que no podrá devolver el crédito.
Ser rigurosos no significa cerrar indiscriminadamente la concesión de créditos. Todo lo contrario. Exige conocer lo mejor posible a cada uno de nuestros clientes, saber quién tiene la solidez necesaria para poder confiar en él, pese a las dificultades que esté atravesando en estos momentos.
Ya comenté el año pasado en este Foro que sería un error garrafal que las entidades financieras protagonizaran una huída desordenada, a la desbandada, de todas las actividades relacionadas con la vivienda. Porque la actividad económica ligada al mercado de la vivienda tiene todavía mucho recorrido por delante en España.
Y las cajas de ahorros, por nuestra vocación social, podemos, es más, tenemos la obligación de contribuir a desarrollar actuaciones en campos como la vivienda de protección oficial, el mercado de alquiler, la injustamente desconocida hipoteca inversa, la rehabilitación de viviendas privadas o de edificios públicos de interés cultural, entre muchas otras iniciativas.
Una entidad financiera, y más una caja de ahorros, no puede dejar que el miedo la paralice. En lo único que hay que ser conservadores es en la asunción de riesgos. En todo lo demás, hay que arriesgarse. Con prudencia, pero sin titubeos. Queremos estar en primera línea de la reactivación económica. Nos sentimos con la responsabilidad y con la obligación en este propósito. Cajasol quiere seguir apoyando a los empresarios, porque quiere continuar estando cerca de sus clientes. Lo hemos hecho siempre y lo vamos a seguir haciendo.
Estos momentos de ajuste son también momentos de reorientar nuestra política crediticia a sectores que aportan compromiso social y riqueza, dejando en un lugar muy secundario a los que promueven una creación de valor ficticio, especulación y, finalmente, traen pobreza a unos y problemas a otros. No me cansaré de insistir en que la obligación de una entidad financiera, y más si es una caja de ahorros, es acompañar al sistema productivo en el cambio de modelo económico que está viviendo España.
No tiene sentido actuar desde la irresponsabilidad poniendo en riesgo la solvencia, y lo dice el presidente de una de las cajas de ahorros con una solvencia superior a la media en España, con una ratio superior al 13%.
Las crisis no se ganan dando marcha atrás sino trabajando para salir de ellas. Porque es en este escenario donde se conformarán los líderes de los próximos años. Por ello, seguiremos apostando por el tejido empresarial andaluz y español, otorgando préstamos y poniendo a disposición de nuestros clientes nuevas propuestas de financiación que se ajusten a sus necesidades.

