Verano de 2000. Un auténtico maremoto sacude los cimientos del estadio Ramón Sánchez- Pizjuán. Es época de cambios. El triunvirato formado por Roberto Alés, Monchi y Joaquín Caparrós coge la manija de un Club enfermo desde hace ya un lustro y se propone escapar del pozo de la Segunda división. No obstante, la situación es tan precaria que sólo una filosofía puramente espartana permite poner en marcha el proyecto del retorno a la máxima categoría. La austeridad se extiende en el apartado de fichajes y el de San Fernando confecciona una plantilla de jugadores con ínfimo coste o con la carta de libertad. Uno de esos futbolistas fue David Castedo, procedente del Mallorca. Llegó, jugó, convenció, y seis años después, la banda izquierda de Nervión sigue teniendo al mismo coloso como bastión. Es junto a Monchi, el único superviviente de aquel Sevilla de veinte duros que ahora rezuma kilates de oro.
Sin embargo, los comienzos no fueron fáciles para el menudo mallorquín. Su dificultad para alcanzar la forma óptima en pretemporada hizo que el técnico utrerano dudase de la conveniencia de su fichaje. Las pretemporadas no son lo mío. Me costó mucho ponerme a punto porque no tenía una base desde pequeño, explica David. A pesar de ello, el 3 de Nervión consiguió adueñarse del lateral izquierdo y hasta ahora.
Tal ha sido la eficiencia del jugador todos estos años que es la demarcación donde menos se ha fichado en las temporadas que lleva vistiendo la elástica del Sevilla. Sólo Juanmi, que evidentemente no logró quitarle el puesto. Marañón, Arteaga y Puerta subieron del filial para disputarle la titularidad. Tampoco tuvieron suerte.
Los números hablan por si solos. Entre todas las ligas que lleva en Nervión ha disputado un total de 216 partidos, sumando 18.949 minutos. Datos tan reveladores como aplastantes que sin duda convertirán a David, si no lo han hecho ya, en una leyenda del sevillismo, si ya de por sí no lo es, por ser uno de los máximos protagonistas de la consecución de la Copa de la UEFA.
Además, la excelencia del jugador está respaldada por unos números que destacan la limpieza de su juego. La sobriedad y la contundencia de las que hace gala no significan el arte de un estilo más expeditivo. Ha sido expulsado únicamente en tres ocasiones y le han mostrado 40 tarjetas amarillas. 018 tarjetas por partido. Sencillamente espectacular.
A pesar de que su capacidad está más que demostrada y que tanto Caparrós antes como Juande ahora han tenido siempre una confianza ciega en sus servicios, David lo tiene claro: Llegará un año en que no estaré yo tampoco. Sé que no es fácil estar tanto tiempo en un equipo.
De todas formas es evidente que aún queda Castedo para rato. Su capacidad física parece mejorada cada año y rara vez un rival logra ponerle en serios apuros. Ya lo dijo Christian Poulsen: Asamoah acabó aburrido en las semifinales de la copa de la UEFA con David.
La aportación del balear todos estos años ha sido fundamental. Tanto para el ascenso como para el asentamiento en Primera. Tanto para los éxitos domésticos como para los continentales. Un profesional ejemplar que calla bocas y deja en evidencia a supuestos chamanes futbolísticos hablando en el campo. Ahora sólo cabe hacerse esta pregunta: ¿es David el lateral izquierdo que tantos años lleva buscando la selección española? Pocas veces en fútbol una respuesta parece ser tan evidente