Otro año más sin conocer la derrota en Nervión. Y de qué forma. Sufriendo, corazones latiendo a mil por hora. Con todo en contra. Hasta con nueve llegó a jugar con nueve durante ocho largos minutos. Fue una noche épica que será difícil olvidar para todo aquél que sienta en rojiblanco. Maresca rompió la igualdad desde los once metros. Un minuto antes el Sevilla estaba muerto. Entonces resurgió y aguantó con entereza y formidable coraje el empuje bético. Con ese derroche de garra y pundonor, de apretar los dientes y continuar corriendo, de echarse la manta a la cabeza y aguantar el chaparrón, el Sevilla logra tres puntos que, para colmo, lo afianzan en Europa, igualando a puntos al cuarto clasificado. Noche redonda, sin duda.