Parece ser que hemos dado Un gran paso atrás en la historia.Dado que el derecho a la vida del no nacido supuso un gran avance.
En las alcantarillas de la antigua Roma era frecuente que se produjeran atascos ocasionados por los cuerpos de miles de fetos y bebés recién nacidos que eran desechados por sus padres o madres como simple basura. Y es que en la sociedad antigua, en Grecia y en Roma, el aborto y el infanticidio estaban generalmente permitidos y eran socialmente aceptados, ya que el padre tenía absoluta autoridad sobre sus hijos <object width="445" height="364"><param name="movie" value="http://www.youtube-nocookie.com/v/x4flmpBbBbg&hl=es&fs=1&color1=0x234900&color2=0x4e9e00&border=1"></param><param name="allowFullScreen" value="true"></param><param name="allowscriptaccess" value="always"></param><embed src="http://www.youtube-nocookie.com/v/x4flmpBbBbg&hl=es&fs=1&color1=0x234900&color2=0x4e9e00&border=1" type="application/x-shockwave-flash" allowscriptaccess="always" allowfullscreen="true" width="445" height="364"></embed></object> También los ancianos, los enfermos incurables o los cansados de vivir podían suicidarse, solicitar ser eliminados de modo más o menos "honorable", o bien eran sometidos a prácticas y ritos eugenésicos. El aprecio por toda vida humana, desde el momento de su concepción hasta la muerte natural, fue un verdadero progreso introducido por el cristianismo. Los primeros documentos históricos referentes a los seguidores de Jesús ya recogen esta novedad para un mundo en el que la vida de los niños no valía nada y podían ser violados o esclavizados sin ninguna repercusión legal. Por ejemplo, la Didajé (siglo I), señalaba: no harás abortar a la criatura engendrada en la orgía, y después de nacida no la harás morir. También la carta a Diogneto (siglo II) distinguía a los cristianos porque: Se casan como todos y engendran hijos, pero no abandonan a los nacidos. La reciente aprobación por el Consejo de Ministros de la Ley del Aborto se presenta como fruto del progreso. Pero, conociendo la historia, vemos que, en realidad, se trata de un retroceso que hay que poner en la cuenta de ese terrible lado oscuro de nuestro modo de vida de hoy, al que Juan Pablo II llamó la "cultura de la muerte".