Las manos del Cautivo
Hoy es primer viernes de marzo. En Facebook está expuesto el cautivo. Hoy los tiempos adelantan que es una barbaridad. Ya no es la iglesia de San Ildefonso ni la gente viene avanzando, poco a poco, a lo largo de horas, desde las calles Boteros y Sales y Ferré. Llegar hasta el sitio es tan rápido como abrir una cuenta de Internet. Y el cautivo se llama Rajoy. Un video lo deja expuesto a los besos que ya no necesita recibir después de ganar las elecciones. Un bledo le importan ya los besos de los niños y las amas de casa, tan efectistas y recomendados por los asesores de imagen de la campaña electoral. Con la soga propia del penitente que no sabe qué hacer con esta gran nación llamada España, alguien lo ha colgado por las redes sociales en recuerdo y conmemoración de las veces que prometió no bajar los impuestos. Claro está que con el latiguillo de tengo el convencimiento. El video es un auténtico memorial de su estafa, de su engaño a millones de electores, un fraude a la confianza en una de sus promesas fundamentales. No se pierdan cómo están recogidas las sucesivas y reiterativas imágenes de un convencimiento. Si es así como Rajoy está convencido de cada cosa en la vida, da miedo.
