Las Hermanas de la Cruz visten a la Virgen de los Reyes varias veces al año, según el calendario litúrgico, aunque es en agosto cuando la maestra y sus novicias acuden con más frecuencia a la Catedral. “La Señora se cambia 4 veces en este mes. Para el primer besamos, para la novena, para la salida y, después de unos días, para el segundo besamanos”.
La elección de la ropa que lucirá la Patrona es otro de sus cometidos. Para esta ocasión han elegido el manto rosa, uno de los cinco del ajuar de la patrona, bordado en oro y sedas de colores por las Hermanas de la Cruz. Este manto fue donado en 1929 por la duquesa de Osuna y se estrenó en el Congreso Mariano de ese mismo año.
La elección no es caprichosa. Se hace de manera alterna. “Cada año va tocando uno diferente. La gente ya sabe cuál es el que corresponde año tras año”. El pecherín siempre es el mismo, el de brillantes, el más rico de los que se guardan en el tesoro de la Virgen. La labor de las hermanas no es fácil por las propias características de la imagen. “Todos los mantos son difíciles de poner porque la Virgen va sentada. Son todos muy buenos y muy grandes”.
El ajuar es muy rico y variado. Fruto de la devoción de sevillanos anónimos y de personas como la Reina Isabel II o la Infanta María Luisa, que han regalado mantos y otras joyas. Son 5 los mantos bordados que la Virgen de los Reyes tiene reservados para la salida procesional del día de la Asunción. Para el resto de los cultos y el camarín se utiliza la ropa de menos valor. Este año para el besamanos la Virgen ha portado el manto salmón donado por la familia Guardiola y que ha sido restaurado por el taller de bordados de Sucesores de Esperanza Elena Caro, una casa íntimamente relacionada con la Patrona de la ciudad que se encarga habitualmente de reparar los bordados de la Virgen de los Reyes.
El Niño Jesús siempre se viste en función de lo que se le ponga a la Virgen. “Suele haber una hermana que es la que se encarga del Divino Infante”. Las Hermanas de la Cruz cuentan con la ayuda de camareras auxiliares miembros de la Asociación de Fieles de la Virgen de los Reyes y San Fernando. Se encargan de que todo esté dispuesto y que a las hermanas no les falte de nada cuando se disponen a vestir a la Virgen. Son ellas las encargadas de velar por la imagen cuando las religiosas abandonan la Catedral.
Las Hermanas de la Cruz, que tan cerca tienen a la Patrona, no asisten a la procesión. Viven la jornada como si fuera cualquier otro día del año. Una muestra más de una actitud de entrega que huye de cualquier protagonismo: “Vamos después, cuando ya ha terminado todo y está otra vez en su capilla para quitarle la corona”. Entonces, la Virgen vuelve a ser de ellas, aunque sea por un instante hasta que los sevillanos la vuelvan a reclamar para sí.
Foto Antonio Rendón Domínguez