Este miércoles se ha presentado en la Fundación Cajasol una «cartografía humana» que ilustra el trabajo entre bambalinas de una corrida en la Plaza de Toros de Sevilla
Una tarde de toros en Sevilla contada a través de una colección de imágenes. Las fotoperiodistas Conchitina Andrés, Cristina Quicler y Esther Lobato no sólo han conseguido reflejar la liturgia del toreo más reconocida, sino que captado a través de sus objetivos el sentimiento de un barrio –El Arenal– y de su plaza –la Real Maestranza– cuando llegan las corridas de toros.
El patio de la Fundación Cajasol se había transformado en una magna caseta de feria para recibir a la terna de fotoperiodistas que presentaban el libro ‘La danza de los sentidos’. Un obra que recoge, a través de más de un centenar de fotografías, la liturgia de una tarde de toros en Sevilla.
Las autoras han salido del burladero de fotógrafos para ponerle rostro a todos esos actores secundarios que participan en un festejo taurino y que son absolutos desconocidos para el gran público: areneros, mulilleros, operarios de los corrales, monosabios, periodistas, alguacilillos, carpinteros, mozos de banderillas y un largo etcétera. Y por cierto, también quisieron escoger a dos toreros, dos: Curro Romero y Pablo Aguado.
El acto ha sido presentado por la periodista Marina Bernal y ha contado con la intervención de Carlos Herrera, quien ha definido esta obra como «una colección de espíritus. Espíritus reales de un barrio en el que vivo y que conozco bien. Gravita en torno a un núcleo poderoso, difícilmente descriptible. Es una oportunidad para que ustedes lleven Sevilla bajo el brazo, un día de primavera».
Carlos Herrera también ha sido el encargado de prologar la obra, con un alegato sobre la simbiosis que se produce entre sendas protagonistas: «La Plaza de la Maestranza, catedral del toreo, que también es de El Arenal, viene a ser un pivote sobre el que se mueve el barrio (...) No es la plaza más grande, ni necesariamente la más cómoda, pero sí la más intensa, expresiva hasta en sus silencios, amén de la más catedralicia. Soy un humilde y viejo aficionado que cumple con el ceremonial de una tarde de toros en Sevilla».
«Esta cartografía humana ha supuesto para nosotras tres, al cabo de veinte años como fotógrafas, un doble reto: afrontar un prejuicio en torno a los toros después de muchas ferias cubriendo el desarrollo de los festejos para la Prensa y dejar que, ya libre de la esclavitud de la obligación, la mirada se moviera libremente detrás de la lente para captar la realidad que orbita alrededor del mundo de los toros», explican las autoras.
Por su parte, el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido, ha señalado que esta obra «recoge elementos que dan forma a la identidad de Sevilla. La obra que tenemos por delante es una joya, con el coso taurino y el barrio que lo abraza. Es una manera de honrar a todas las personas que han sostenido este legado cultural e histórico».
Retratados están en el libro rostros más reconocidos como los hermanos Zulueta (alguacilillos), el matador de toros Enrique Peña (cuadra de picar), Rocío de la Cámara Ysern (ganadero), Octavio Mulet (cirujano), José Manuel Tristán (banda Tejera), Ramón Valencia (Pagés), Santiago de León y Domecq (Maestranza), José Luis Cabeza (El Serranito) y Rogelio Gómez (Trifón), entre otros.
Además, se dan a conocer trabajadores de la plaza de toros que hacen una labor más silenciosa, pero no por ello menos importantes: José Manuel Muñoz (servicio de banderillas), José Manuel Alonso y Manuel Vela (carpinteros), Rosario de la Fuente «Charito» (responsable de la enfermería y capiller), Cristina Díaz (responsable de seguridad), familia Arispón Gil (taquilleros y administradores), etcétera.