El oxímoron del título anuncia ya el juego de contradicciones, enfrentamientos y dualidades que ofrece, antítesis centradas en dos ejes fundamentales: la oposición entre hombre-mujer y liberales-ilustrados, en aquella Sevilla de 1813.
El apellido del autor coincide con el del gran bibliófilo, nacido en Campanario, patrono de la UBEx. Como D. Bartolomé, Gallardo (Sevilla, 1958) estudió Medicina y al ejercicio del noble arte de curar viene dedicándos. (Uno de los personajes de la novela es el doctor Arribas, amigo de Lord Byron y Blanco White, galeno cuya mentalidad francamente progresista lo induce a muy atrevidos experimentos). El año 2012 obtuvo el premio Ateneo de Novela Histórica con La última noche, centrada en la figura de Sarah Avenzoar, mujer avanzada para su tiempo (s. XII), que ejerció la Medicina pese a los convencionalismos de la época.
Áspera seda nos conduce también a los ámbitos de la novela histórica con protagonistas femeninos. No obstante, aunque perfectamente documentada – constituye un magnífico cuadro sociológico de aquella España ya escindida- sobresale por dos valores básicos: el análisis psicológico de los personajes y la excelente prosa en que está escrita.
Se centra el relato en Flora de Letona, joven madre de dos hijos, nacida y educada en una familia de la alta burguesía, cuyos padres también nadan en contradicciones: Dª Concha es sumamente conservadora; D. Ramón, un hombre de ideas progresistas, masón y afrancesado. Entre sus amigos figura el viejo ilustrado Francisco Saavedra, otro ilustre personaje históricoLo matan, ritualmente, no sin complicidad del propio hijo, los caballeros absolutistas sevillanos.. Pero antes derrochará su patrimonio para que Flora pueda lograr su objetivo máximo: liberarse del morlaco que le ha tocado en suerte, el teniente Ballester, supuesto héroe de la Independencia en la Batalla de las Barcas (falso: lo fue John Downie, fundador de la Leal Legión Extremeña). Casi desde que se casaron, el rudo militar no cesó de machacar a la Flora psicológica y físicamente.
Abre el libro con cita de Chaves Nogales (otro escritor dividido entre las dos España): “en nuestra ciudad (Sevilla) la muerte es siempre un asesinato”. Justo proemio para un texto homenaje a la capital del Betis,por entonces ciudad desvencijada en su orgullo tras el expolio físico y espiritual de los franceses; a la que Cádiz quitó el monopolio del comercio con Indias porque el colmatado Guadalquivir dificulta la navegación, herida por un rebrote de la fiebre amarilla, además de hambrunas ante las malas cosechas.
La historia comienza en el beaterio de San Antonio, presagio del protagonismo que las mujeres van a tener. Allí encierran a Flor por orden judicial (que el marido manipula), cuandodecide huir de casa y solicitarla separación de mesa, habitación y lecho. El novelista ha encontrado en los archivos andaluces procesos de casos similares, a los que acudió para alcanzar la máxima verosimilitud posible. La valiente mujer convive con otras no tan “arrepentidas, que pese a sus vida poco ejemplares no no dudarán en jugársela (y perderla) para contribuir a la liberación definitiva de Flora.
Ella es sólo una “divorciante”, mujer seglar, “depositada en un retiro seguro y honorable”, según dice el papel que manda a Capitanía el abogado del teniente. No está obligada Flora a asistir a la capilla al amanecer. Aun así, acompaña a las monjas en sus rezos. Le gusta escuchar la música del silencio, porque entiende que ahí está Dios. Tampoco es una santa: tuvo una aventura extramatrimonial, seguramente una hija, con otro desgraciado, Salvador de Castañeda, a quien los compinches del teniente masacrann.
Desde el beaterio, Flora sigue relacionándose epistolarmente con Blanco White; contempla los carnavales y la Semana Santa… y procura no ser devuelta a la casa familiar. Tísica, recibe los cuidos del doctor Arribas. Le quitan a los dos hijos, pero no va a ceder, manteniéndose más firme, cada vez más lúcida y decidida: “No me arrodillo ante ningún hombre por muy cura que sea. Sólo Dios me cogerá postrada”. Finalmente, tras complicada odisea, logra huir del Beaterio, gracias a al apoyo de algún hombre y la complicidad de las compañeras, como Teresa Cienfuegos, “la que no sabe darle placer a un hombre. No le da placer, le da escalofríos, áspera seda de la muerte”. Mientras Flora arriba a Inglaterra, donde la reciben nada menos que Lord Byron y Blanco White, Fernando VII alcanza Madrid, produciéndose una auténtica exultación en Sevilla de la plebe antiliberal.
La obra está escrita en una prosa pulcra, con rotundo predominio de las oraciones simples y un léxico muy apropiado, perfectamente elegido según los personajes y ambientes (militares, masones, monjas, prostitutas, plebeyos, aristócratas, constitucionalistas, ultramonantos, etc.). Añádanse la complejidad del discurso narrativo y el generoso uso de las metáforas.
Francisco Gallardo, Áspera seda de la muerte. Sevilla, Algaida, 2018