La fiesta taurina de la localidad sevillana de la Algaba está considerada de interés turístico nacional y este año llegan a su trigésima novena edición. Los festejos taurinos tiene como escenario un peculiar coso taurino que suma una mitad construida a base de ruedas de carro y andamios, ocupada por las peñas y grupos de aficionado del pueblo y la otra mitad realizada en modernas obra de mampostería.
Comenzaron las fiestas de la Algaba y con ella su famosa y peculiar feria taurina. Un año más se apuesta por las futura promesas del toreo con tres festejos sin picadores. Se soltaron becerros para los más pequeños de la escuela taurina de la localidad y continuación se abrió la puerta del chiquero para dar paso a los añojos de Agustín Lunar, una novillada buena con movilidad y bien presentada por lo general, si faltó mando y poder en la muleta por parte de los jóvenes aspirantes, aun así pudieron ver algunos detalles suelto. Con el capote el mejor fue Mariano Fernández de la escuela taurina de Camas, por verónica y chicuelinas, se lució con la muleta en los medios, un buen par de muletazo por el pitón derecho, no podía rematar bien las series, el animal se metía por dentro y no obedecía bien a los toques, Mariano fue cogido en varias ocasiones sin consecuencia, al natural si pudo llevar más larga y sometida la embestida pero la faena fue a menos, dejó una estocada casi entera y dio una vuelta al ruedo.
Pies quietos sobre el albero de Antonio Carbonell, demostró su valor y ganas aun habiendo toreado muy poco en el campo, el joven quiso lucirse y lo consiguió en un comienzo de faena por bajos estirándose con el añojo, poco mas pudo hacer, dudo sobre los terrenos en los que plantear su faena, el añojo salió suelto y se le complico cada vez más y de ahí a las volteretas a cual más fea, pero el algabeño estuvo dispuesto siempre a volver a la cara del animal, en la suerte de entrar a matar no estuvo nada acertado, silencio.
La única oreja de la tarde la cortó Miguel Muñoz, alumno también de la escuela de la Algaba, se fue a la puerta de chiqueros valiente y derrodillas. Desarrolló una faena de altibajos y poco pulcra, pero es normal, cuando se comienza en este mundo tan complicado. Toca seguir entrenando y soñando con el torero.
Foto Antonio Rendón Domínguez