Fallo del I Certamen de microrrelatos Las hijas de las horas
Fallo del I Certamen de microrrelatos Las hijas de las horas, realizado por votación popular en el grupo de Facebook: Las hijas de las horas. Tanto el ganador como los tres finalistas han sido seleccionados por votación popular. El jurado ha considerado otorgar seis menciones de honor. El ganador se lleva un lote de libros de Editorial Gregal, Proyecto Argán, que es el nombre con el que Editorial Gregal denomina el conjunto de sus colecciones en lengua castellana. Debido a la igualdad de votaciones entre el ganador y el primer finalista, el cual también recibe una gratificación por parte de la Editorial Gregal.
El argán, conocido como el árbol de las estrellas, es una especie espinosa de gran talla, que da un fruto parecido a la almendra, con una semilla que se tritura para obtener aceite alimentario y de efectos altamente hidratantes para el cuerpo. Su madera, por razón de su dureza extrema, es altamente apreciada en marquetería.
La elección de esta referencia botánica para denominar la edición de libros en castellano se basa, como es natural, en la belleza de su nombre popular, en las cualidades de su fruto, en las aplicaciones para la belleza y el cuidado personal que se derivan de él y en las connotaciones de dureza y capacidad de resistencia. Pero hay más: la voluntad que sea un pequeño homenaje a las raíces andaluzas del padre de Jordi Albertí, director editorial de Gregal.
Las hijas de las horas, es una novela cargada de intriga y emociones. Como dice el escritor, José Ovejero, ganador del prestigioso Premio Alfaguara 2013:
«Teresa Buzo Salas ha escrito una interesante novela sobre la pérdida y la imposibilidad de resignarse a ella. A medio camino entre la novela sicológica y el thriller, nos entrega a un personaje, Virgilio, de enorme intensidad en sus errores y en sus logros. Y aunque a él le gustaría que todos le dejaran tranquilo con su dolor, poco a poco va descubriendo que la pena nunca es individual y que la única salvación está en acercarse a la de los otros. Aunque para ello tenga que jugarse la vida; más difícil aún, aunque para ello tenga que aprender de nuevo a querer. Teresa Buzo Salas ha conseguido crear uno de esos personajes complejos que, a pesar de comportarse de manera detestable a veces, acaban conquistando al lector»
Web: http://terracel.cat/gregal/fitxaproducte.asp?idprod=73&id_cat=21
Video-Book: https://www.youtube.com/watch?v=7_JAgKB8rnU
Ganador: Marco Antonio Benigno Trigo, de Pueblo Nuevo de Guadiaro, San Roque (Cádiz)
Sin prisas
-¿Las hijas de las horas?
-Sí, esas.
-¿Quienes?
-Pues las Minutas, ¿Quienes van a ser?
-Ah, no. No las conozco...¿Qué tal son?
-Majas, aunque siempre van aceleradas, a contrarreloj, con prisas.
-Pues no es bueno tanto stress.
-Eso les digo yo...pero no lo pueden evitar, lo llevan en la sangre.
-Por cierto, las prisas esas... ¿Qué son, familia?
-Creo que no, si acaso vecinas, pero lo que está claro es que no son buenas consejeras.
-Pues con ignorarlas, asunto resuelto.
-Qué buen consejo...
-Oye.
-Oigo.
-Te dejo que llego tarde.
-¿Qué hora es?
-Hora de irme.
-Pues adiós.
Finalista: Francisco Javier Simón de la Torre, de Bilbao.
Aeropuerto
Me desperté feliz, hoy llegaba, un año.
Conduje hacia al aeropuerto y en el asiento del copiloto vino conmigo la ansiedad de volverla a ver.
Anunciaron un retraso importante, nos sentamos los dos con la esperanza de que fuera menos.
En la zona de llegadas se nos juntó la inquietud de que igual había perdido el vuelo, ya éramos cuatro.
Empezaron a salir los pasajeros y se sumó al grupo la angustia de que su cara dijera que ya no me amaba.
Por fin dos besos, fríos.
Al verme acompañado preguntó: ¿Quiénes son?
¿Las hijas de las horas?, contesté.
Finalista: Maitane Aranguren Santiago, de Pamplona.
Mi súperabuela
Mi abuela tiene un pelo blanco, una cara arrugada y unos ojos sonrientes. Mi abuela cose, siempre está cosiendo: cose los bajos de los pantalones, las viejas toallas, los calcetines?
Cuando voy a verla me escudriña de arriba abajo, yo creo que para ver si llevo algo para remendar.
Mi abuela es increíble, no sé cómo se las apaña con sus manos temblorosas. Ella dice que tiene tiempo, mucho tiempo y que lo saca de las hijas de las horas, del saber que lo tiene todo hecho y que solo le queda reparar las pequeñas cosas.
Finalista: Laura Mª Villaro Miguel, de San Asensio, La Rioja.
Delirio de una noche fugaz
Cuando me di cuenta, las hijas de las horas marcaban las nueve y cuarto. Había pasado toda la noche junto a él. Sí, una de esas noches apasionantes. Llena de caricias y amor, de besos y placer. Un placer magno y supremo, celestial, ¡qué digo!, un placer pleno. Rocé la luna con la punta de los dedos, en cada te quiero. Y al bajar por la escalera de estrellas hasta el suelo, con el único fin de abrazarle...se acabó. Fin. Ya no estaba. Había terminado de leer el que fue, desde entonces, mi libro predilecto.
Mención de honor: Andrés Gutiérrez Temiño, Lerma (Burgos)
El asesino implacable
La humanidad, muy hábil en su evolución, se olvidó del primer problema que le atacaba: su mayor asesino. Generación tras generación, no podemos vencerlo, es intocable. Un asesino en serie caracterizado por ser impasible, le da igual hombre, mujer, animal, rey, esclavo, bueno, malo... Su forma de actuar es sencilla, en los momentos de aburrimiento se vuelve lento, y en los de entretenimiento se torna fugaz.
No nos enteramos de las hijas de las horas hasta que las tenemos susurrando nuestro nombre a nuestras espaldas. Y ya no hay más remedio. Nos consumen. Caemos. Otro más.
Mención de honor: Hermes Prous Collado, de Premià de Mar.
El tapiz de los tiempos
En el telar del destino se tejen las vidas y muertes de hombres, héroes y dioses. Nadie escapa a los hilos invisibles que nos atan a la vida y la muerte.Las hijas de las horas, imperturbables, cosen día y noche nuestros destinos. Es el devenir imparable de las arenas del tiempo.
¡El tiempo! ¡La cuarta dimensión! La muerte es lo único inevitable, la que nos iguala a todos. Ya están prestas las hijas de las horas a cortar con sus tijeras nuestros hilos, a nosotros; los hijos del agobio y el dolor
Mención de honor: Gabriel Pérez Martínez, de Málaga.
DistanciaNo te preocupes. El tiempo pasa rápido, fueron las últimas palabras que escuché de mi madre antes de emigrar hacia una Europa a la que nunca llegó. Su barco zozobró en un Mediterráneo desalmado. Mis abuelos tuvieron que cuidar de sus nietas con lo justo para subsistir en un país azotado por la ruina y la miseria, ahora, acrecentadas por una guerra de la que tengo que huir. Debo salvar a la única familia que aún me queda: mi hermana. Las dos somos hijas de las horas cuyos minutos marcan las bombas. Y solo disponemos de segundos para lograrlo
Mención de honor: Humberto Jurado Moreno, de Sevilla.
La Esfera
Tanto tiempo transcurrido sin hablarse y al final, resulta que están condenadas a verse las caras de por vida. Es curioso, cuando coinciden la bajita parece la imperiosa pero no, en realidad quien siempre esta de un lado a otro haciéndose notar en su trabajo es la más alta. Además cuando pasa por su lado va altiva, arrogante y casi ni la mira. Por sus modos parece que va diciendo diciendo... ¡Ahí te quedas! Pero eso si, a las doce ambas sienten una necesidad recíproca de abrazarse. ¿Y quiénes son? ¿Las agujas del reloj?... ¿las hijas de las horas?
Mención de honor: Marcos Martínez Redondo, de Madrid
Agujas
Volvieron a girar sobre su eje antes de poder darse cuenta de lo que estaban haciendo, justo antes de olvidar su curso para seguir dando vueltas. Cada segundo estaba codificado a través de las distancias angulares que se guardaban entre las hijas de las horas, y que no se repetirían hasta casi una hora después.
La que más corría, la más larga de ellas, adelantaba cada minuto a las otras dos. La mediana, encargada de los plazos aceptables, cruzaba sobre la mayor veinticuatro veces diarias. Y todas se miraban con tristeza al hacer avanzar el tiempo que no volvería.
Mención de honor: Ignacio Gómez Rodríguez, de Tarragona.
Tiempo
Desde una alta perspectiva ella le observaba dar vueltas por la habitación. Incapaz de mirar la hora, siguió haciendo lo que era de costumbre. No era fácil ser ella, avanzando a cada paso, haciendo a los demás seguir hacia adelante, pero no tenía otra opción. No era simple pasar día tras día dando vueltas, girando en torno a nada, dejando de mirar atrás para mirar únicamente al futuro. Nadie dijo que sería tan difícil ser un reloj, y convertir a las personas en los hijos de las horas.