
La gente suele referirse con la expresión ha rehecho su vida a los divorciados que vuelven a tener pareja, con la de veces que eso es precisamente deshacerla de nuevo. Como si la vida no se pudiera rehacer sin otra persona al lado. Como si una nueva compañía fuera la única garante para continuar edificándonos personalmente. ¡Si contáramos la de relaciones mantenidas que lo único que nos han aportado es un balance de abandono de nuestros mejores proyectos, un saldo de personalidad propia extraviada entre parejas que más que rehacer, deshacían! Conozco los casos de muchos y de muchas que más que rehacer, lo único que han conseguido es resignar sus vidas a conformismos, acomodos y miedos de toda clase.
Pero como esa de ha rehecho su vida, nos han inculcado más frases engañosas, nos han dirigido hacia una única cultura sentimental basada en el matrimonio o, cuando menos, en la búsqueda de una pareja a toda costa, como si pudiera forzarse la tuerca del amor. ¡Si se pensara etimológicamente en el significado de la palabra matrimonio, que explica perfectamente las razones de su invento, tan ajeno a lo que creemos por culpa de la Iglesia! Adolecemos en general de una educación en nuestra individualidad, la que hubiera roto mitos como el de la media naranja y nos habría formado en que somos naranjas enteras. La educación descartando la idea bíblica de que no es bueno que el hombre esté solo, con lo malo que tantas veces es precisamente que esté acompañado, cuando en tantos casos estar solos -y solas, claro- es precisamente lo bueno, lo mejor y lo más recomendable.
Quien escribe así no es que devalúe el amor, sino todo lo contrario. Es tan grande como difícil y es tan maravilloso como improbable. Pero el error ha sido hablarnos del amor en pareja como de una moneda corriente de la existencia humana, predisponernos a una facilidad inexistente, cuando en realidad se trata de un tesoro extraordinario difícil de encontrar.
Un día abordaré la trampa y la estupidez que encierran tantas frases hechas, algunas incluso debidas a nuestro refranero popular, que cree sabérselo todo de manera infalible, como que lo mejor está siempre por venir, el saber no ocupa lugar o, cuando uno se muere -hasta en avión-, que era su día (por lo visto, nunca el del piloto).
¡Cuántas veces las cosas que nos dicen, son los errores que cometemos!

