Tenía que ser Sevilla Press el primer lugar desde el que comunicar la próxima aparición de mi libro sobre Raphael, porque en este diario digital está el vientre y la gestación de una idea que va a ver la luz.
Aquí en Sevilla Press empezaron a publicarse mis artículos sobre el gran artista español, que fueron extendiéndose desde sus páginas hasta la inmensa órbita raphaelista, llegando incluso a conocimiento del propio intérprete, de quien recibí con sorpresa y enorme alegría el primero de tantos mensajes que habrían de sucederse después entre nosotros: Hace años que no había leído algo tan especial sobre mí y mi trabajo. No era cualquier cosa venida de un hombre con constantes giras por tantos países y que va generando a su paso por todas partes incontables páginas y crónicas de prensa.
La repercusión internacional de mi forma de sentir a Raphael estriba precisamente en la coincidencia de mi emoción con la de miles de personas. No hay más secretos. Y este hecho lo va a convertir en un libro para todo el mundo, abarcando esos países plagados de auténtica devoción y cariño por el cantante internacional, esos países que yo llamo los Estados Unidos de Raphael, vinculados por sus famosas e imperecederas canciones para siempre, como un sólido entramado de naciones que vibran al unísono con el genial artista del que debería darnos reparo decir que es sólo español y apropiarnos de alguien a quien multitud de paisanajes tienen por suyo. Cito sólo algunos, por muchos que parezcan, y me acojo a los puntos suspensivos para ser perdonado por mis omisiones y olvidos: México, Argentina, Colombia, Perú, Chile, Puerto Rico, Canadá, Uruguay, Australia, Panamá, Costa Rica, Venezuela, Bolivia, los propios Estados Unidos por supuesto España y el caso siempre extraordinario de Rusia, donde se traducirá a ese idioma por Natalia Arutyunova, mi maravillosa y querida intérprete en Moscú para el sitio web Viva Raphael, aquel en el que se me llegó a identificar como el periodista que mejor escribe sobre Raphael, un halago impagable que ahora se ha hecho figurar en la portada del libro.
En esta época que tan usual se ha hecho de unos a otros la frase de no me cuentes tu vida, puedo callar la mía, pero merece la pena contar la de Raphael. Ya no se trata sólo de la biografía de un artista que incluso siendo inconmensurable puede interesar o no, según cada cual y sus gustos musicales. Se trata de indagar claves humanas recomendables para todos: una vocación inquebrantable, un esfuerzo titánico para que los sueños se hagan realidad, la entrega desmedida que sabe sobreponerse a todo revés, la fe sin desmayo en los momentos de menos certezas, y un largo etcétera de actitudes y reacciones que demuestran cómo se puede lograr ser un auténtico especialista en superar dificultades.
El título está inspirado en la primera canción que grabara Raphael, ya de Manuel Alejandro, con el que llegara desde el club de alterne La Galera hasta la compañía discográfica Philips. Se llamaba Te voy a contar mi vida, y resulta a día de hoy como una premonición en la trayectoria que habría de durar más de cinco décadas hasta la actualidad. Se hubieran redondeado los vaticinios si llega a titularse Te voy a cantar mi vida, porque nada mejor que eso para explicar rápidamente lo que Raphael ha hecho de su existencia con el público. Yo formo parte de ese público y este libro, a manera de homenaje, está escrito en pie, uniendo mi ovación junto a la de millones de personas que le reciben así por todo el mundo cada vez que dan comienzo sus conciertos. Estoy entre vosotros, los admiradores de Raphael; y como afirmó de mí Montserrat Muniente, escribo vuestros aplausos.
Este libro responde a vuestras peticiones para que lo hiciera. Y desde luego al aval que sobre mis palabras fueron suponiendo las que me enviaban, las que me envían, llenas de afecto y amistad, el mismísimo Raphael y su esposa, Natalia Figueroa.
Os ofrezco una nueva obra, otra que espero os sirva para añadir al inmenso retrato artístico y personal del gran artista. Os la ofrezco en este formato sentimental que yo mismo he ideado, reproduciendo el tamaño exacto que tenían los singles, evocando aquel primer extended play que Raphael lanzó como auténtico principiante. Y espero no defraudar en esta ocasión a opiniones como la de Montserrat Muniente: Hay prensa, artículos, escritos y lo que hace José María Fuertes. Es otra cosa, es para quitarse el sombrero. Querida Montse, te agradezco estos extremos conmigo, pues quitarnos el sombrero es un hábito bien conocido entre raphaelistas, aquellos que a quienes nos fascina un artista de chapó.