España, 2014. Dirección: Emilio Martínez-Lázaro. Guión: Borja Cobeaga y Diego San José. Fotografía: Kalo Berridi. Música: Fernando Velázquez. Intérpretes: Dani Rovira, Clara Lago, Carmen Machi, Karra Elejalde, Alfonso Sánchez, Alberto López.
La caricatura es el arte de exagerar y distorsionar la apariencia física de una persona o su comportamiento para producir un efecto cómico y grotesco. Las mejores caricaturas son aquellas que aciertan, con agudeza, en señalar los rasgos distintivos de un individuo y acentuarlos de la forma más conveniente. El resultado es un estereotipo que ridiculiza al original, y que a veces incluso llega a poseer una intención satírica.
En Ocho apellidos vascos, la caricatura está presente desde los primeros minutos de película, con un tablao flamenco, un sevillano contando chistes de vascos y un piso en Triana con un cuadro de la Macarena. A partir de ahí, el espectador ya conoce las claves de por dónde va a transcurrir la película: por los senderos de una realidad disparatadamente distorsionada. Que nadie pida demasiada congruencia en los personajes y situaciones, y aquel que busque en el cine un cuadro al óleo ya sabe desde el principio que se ha equivocado, que esto es un dibujo cómico para divertirse por encima de todo.
Tampoco hay que pensar que Ocho apellidos vascos sea un conjunto deshilvanado de gracietas, y ahí nos encontramos su principal acierto: un buen guión que sabe urdir una trama de equívocos y situaciones de enredo, una historia que produce algunos momentos desternillantes, y diálogos de comedia en ocasiones brillantes.
Y si además cuentas con los actores adecuados, el conjunto gana varios puntos. Un espléndido Dani Rovira, especialmente dotado para este género, se convierte en el clásico tipo atolondrado que debe superar todos los obstáculos para conquistar a la chica (Clara Lago le da la réplica perfecta); es la misma base argumental que hemos visto en tantas comedias desde la época dorada de Hollywood, con un anti-galán metido en líos por culpa de una mujer. Rovira y Lago encajan como un guante en este modelo de pareja cómica-turbulenta, y están bien apoyados por dos actorazos que se lucen en cada una de sus secuencias: Karra Elejalde, como padre de la joven, y Carmen Machi como la madre postiza del protagonista. Y en la galería de secundarios, los famosos compadres de El mundo es nuestro, Alfonso Sánchez y Alberto López, cuyas exageradas interpretaciones (no lo olvidemos, esto es una caricatura) encuentran aquí el vehículo perfecto para parodiar a los típicos sevillanos de la cervecita, la Feria y la Semana Santa; para ellos, los vascos están siempre cortando leña o participando en una kale-borroka, y como dice uno de ellos: Dormir con una vasca es como haberte acostado con tres de Málaga. 8 apellidos vascos se ríe de todos los tópicos habidos y por haber, y también consigue que un sevillano o un vasco se ría de sí mismo; algunos incluso se reconocerán en algunos de esos personajes (con sus rasgos amplificados).
También hay que decir que no estamos ante una comedia redonda; algún chiste hay que no funciona, hay secuencias que te dejan con la sensación de haber sido desaprovechadas, y hasta un guión afortunado, con una magnífica idea argumental, también posee alguna que otra fisura. Pero son detalles perdonables cuando has pasado una hora y media muy entretenida y has soltado la carcajada en varios momentos. Y eso ya es decir mucho.