
¡Adiós! Mi adiós con pena a María de Gamboa y Moreno, madre de Natalia Figueroa y, por ello, suegra de Raphael. En familia, Maruja. Para mí, siempre marquesa de Santo Floro. Así la conocí, casada con Agustin de Figueroa y Alonso-Martínez, el menor de los siete hijos del célebre Conde de Romanones y tercero marqués de Santo Floro. ¡Qué matrimonio de la aristocracia! El, Agustín de Figueroa (Madrid, 1901-1988), un intelectual: Escritor, historiador, dramaturgo y hasta director de una película "Sortilegio" (1927) con Pedro Larrañada y Conchita Montenegro de estrellas. Cultísimo, amenísimo, ingenioso... En los últimos años, repetía divertido: "Soy marqués de Santo Floro, pero en la calle, a lo largo de mi vida, se me ha ido conociendo como "el hijo de Romanones", después como "el padre de Natalia Figueroa" y, por último, como "el suegro de Raphael". A ella, a María de Gamboa (Sigúenza, 12/4/1910; Madrid, 9/2/2012), la recordaré siempre por su bondad por su sonrisa, por su cordialidad. Recuerdo a los marqueses de Santo Floro absolutamente felices en Venecia, en la boda de Natalia Figueroa con Raphael. Generosos ambos con los periodistas que habíamos viajado tras los novios. Tras la muerte del marqués, sé que su viuda, María de Gamboa, jamás se ha sentido sola. Cargada de años, cumpliría los 103 en abril, se encontraba "estupenda" en casa de Natalia y Raphael. Allí ha vivido feliz los últimos dieciséis. En su cuarto, "haciendo punto y viendo la tele". Abuela querida por nietos y bisnietos. Con buena salud y tranquila hasta el final. ¡Con Dios, entrañable marquesa de Santo Floro! Te has ido centenaria, pero sé muy bien que aún así queda tu vacío. ¡Momento triste para Natalia!

