Médico de profesión, para Francisco Gallardo la palabra escritor "en todo caso es una cualidad que te otorgan los lectores y me inspira mucho respeto". Su segunda novela, La última noche (Algaida), se alzó con el V Premio Ateneo de Novela Histórica, convirtiéndose a la postre, según fuentes editoriales y libreros, en el texto más vendido de la última Feria del Libro sevillana. La obra, como no podía ser de otro modo en su caso, recrea, de Sevilla a Marrakech, el mundo de la medicina durante los últimos años de dominación musulmana en la península, a través de su protagonista, Sarah Avenzoar, una de las primeras médicas.
¿Cómo cae un médico especialista en Medicina y Traumatología del Deporte en las redes de la Literatura? Leyendo mucho desde niño, sobre todo novelas. Me gusta mucho la ficción, me parece la forma más realista de escribir. Esa paradoja siempre me atrajo mucho. Los Episodios nacionales de Galdós son más reales que la propia Historia. Empecé a escribir hace unos diez años sin pensar en publicar, con la única intención de explicarme a mí mismo ciertas cosas. Ahora se ha convertido en una especie de necesidad, o más bien de terapia. Cuando estoy escribiendo una novela me siento mejor.
Usted ha invertido más de veinticinco años investigando acerca de la medicina en al-Ándalus... Sí, al principio con un objetivo académico, para mi tesis de licenciatura y mi tesis doctoral. Con los años todo aquel material de investigación científica se fue transformando en un material narrativo, en ficción... Así surgió la novela.
Una novela, La última noche, ambientada en la Sevilla almohade de la segunda mitad del siglo XII, período histórico muy interesante aunque poco distinguido... Entre el esplendor de la Córdoba califal y el apogeo de la Granada nazarí se encuentra la Sevilla almohade, junto a Marrakech el centro de poder político, económico y cultural del mundo conocido. En tan sólo cincuenta años se transforma Sevilla de una manera vertiginosa, como no lo ha hecho después hasta la Expo '92. Se construye el Puente de Barcas, la nueva mezquita en la actual Catedral, el alminar de la Giralda, el palacio de la Buhaira... Efectivamente, es un periodo muy interesante y al mismo tiempo desconocido.
La edad de oro de la medicina en al-Ándalus... En esos cincuenta años coinciden en vida Averroes, Maimónides y Avenzoar, además de otros médicos importantes que han pasado a la historia de la Medicina un poco eclipsados por esas tres grandes figuras. Los textos de Averroes y Avenzoar se han estudiado en las universidades europeas hasta bien entrado el siglo XVIII.
¿Cómo llega una mujer, Sarah Avenzoar, a salir de su ámbito privado y ejercer la medicina en aquella época? Es un caso excepcional, al igual que el de su madre, Umm Amm Avenzoar, quien también fue médica de mujeres y niños. Fue posible porque pertenecían a la saga de los Avenzoar, seis generaciones sucesivas de médicos, la mayoría de ellos sevillanos, que sirvieron a los emires almorávides y a los califas almohades. En toda la historia de al-Ándalus sólo se conoce otro caso más, una mujer que ejerció la medicina en la Granada nazarí.
Al abuelo de Sarah, Ibn Zuhr, muchos historiadores lo consideran, después del persa Rhazes, el médico más importante de los musulmanes, e incluso de la Historia, tras Galeno. Él se alejaba de esa rama de pensadores como Averroes o Maimónides, ¿no? Abu Marwan Ibn Zuhr, Avenzoar en nombre latino, fue el gran médico clínico de al-Ándalus. Discutió mucho con Averroes sobre la necesidad de que los médicos fueran más clínicos y menos filósofos. El propio médico cordobés, que era casi veinte años más joven, le pidió a Avenzoar que escribiera un libro práctico de medicina que complementara otro suyo más teórico. Avenzoar le pide a Averroes por escrito que se deje de divagaciones cuando aborde las cuestiones puramente médicas.
Tengo entendido que, entre otras cosas, incluso se intervino él mismo un problema pericárdico propio... Lo describe Abu Marwan Ibn Zuhr en primera persona, de su puño y letra: se intervino un absceso pericárdico sin utilizar apenas anestesia.
Medicina física, pero también del alma... En aquella época no se entendía una medicina puramente física sin que se tuviera en cuenta el alma del paciente, era una medicina que hoy en día llamaríamos psicosomática. Se aconsejaba la música como terapia según el estado de ánimo del paciente, incluso se tenía en cuenta el color de los tejidos que adornaban la habitación del convaleciente.