El Espanyol se impuso ayer por 1-0 al Getafe de Luis García en el estadio Cornellá-El Prat en un partido en el que los locales fueron superiores en el cómputo global pero en el que el buen juego brilló por su ausencia.
El encuentro comenzó con dos equipos algo atenazados y con miedo a encajar un gol. Y ya se sabe que lo peor que te puede pasar en el fútbol es salir con miedo ya que las piernas y la cabeza dejan de funcionar. De esta manera la primera mitad pasó sin pena ni gloria para ambos equipos con apenas ocasiones destacables. Únicamente algún acercamiento por parte de cada equipo sin que llegara a poner en demasiados aprietos tanto a Cristian por parte de los periquitos como a Moyá por parte del equipo azulón.
La segunda parte dio un giro radical. El conjunto local atrincheró a su rival en un comienzo trepidante, que sólo gozó de alguna ocasión al contragolpe, aunque no exentas de peligro. Tras estos espectaculares minutos de los de Pochettino en los que Miguel Ángel Moyá se convirtió en el salvador azulón, el partido volvió a la anodina normalidad del primer acto. La nota positiva para Luis García fue la vuelta de Diego Castro al equipo, uno de los fichajes estrella del equipos esta campaña. Finalmente, cuando parecía que el 0-0 iba a ser el resultado definitivo, apareció uno de esos goleadores eternos, el rifle Pandiani para, tras un imparable zurdazo, poner el 1-0 final en el marcador.
Así, tras este resultado, el Espanyol coge aire y se coloca con seis puntos en la parte media-alta de la clasificación, mientras que el Getafe sigue sin cubrir las expectativas generadas a principio de temporada con sus inteligentes movimientos en el mercado veraniego. Da síntomas de que puede hacer cosas más que interesantes pero sigue faltando que el equipo dirigido por Luis García de un paso al frente en cuanto a autoridad y salga sin paliativos a por la victoria en cualquier campo y frente a cualquier situación.