El Athletic de Bilbao aguantó el chaparrón azulgrana haciendo buen uso de la garra que siempre ha caracterizado a los Leones. Mantuvieron la portería a cero y San Mamés será quien decida el equipo que pasa a la siguiente ronda. Pep Guardiola tuvo que recurrir, sin fortuna, a Messi y Villa en la segunda parte.
La emoción de la Copa del Rey se empieza a sentir a partir de octavos de final, en donde podemos disfrutar de duelos como el de ayer. El Barcelona llegaba a la cita rozando la excelencia, mientras que el Bilbao lo hacía tras conseguir dos victorias en las dos últimas jornadas. Muchos anunciaban la hazaña del Athletic de Bilbao como misión imposible, pero los de Caparros saben que la Copa del Rey es una competición que parece hecha a su medida y no iban a darse por vencidos por tener enfrente al rival más duro.
Guardiola reservó a Messi y Villa, pero por lo demás salió con todo para afrontar el partido. Por su parte, Caparros también recurrió al once de gala, con la única novedad de la baja de Llorente, quien tampoco hubiera sido clave, ya que los bilbaínos llegaron poco sobre la meta de Pinto. Como suele ser normal ya cuando juega el Barcelona, la posesión se tiñó de azulgrana, pero esta vez esa posesión no pudo convertirse en goles, tanto por el trabajo defensivo de la zaga del Bilbao como por la mala puntería del Barça de cara al gol. Bojan no pudo celebrar su renovación marcando, una lástima para el joven chaval.
En la segunda parte, Guardiola recurrió a la artillería pesada, sacando a Leo Messi y David Villa, pero ni el argentino ni el asturiano pudieron darle la victoria a un Barcelona que tendrá un duro partido de vuelta en territorio hostil. San Mamés les esperará con el cuchillo entre los dientes pidiendo venganza después de lo ocurrido en la final copera de hace dos temporadas (sin olvidar la Supercopa de Europa).
En los otros partidos, el Córdoba empató en casa frente al Deportivo de La Coruña en un duelo pasado por agua y el derby valenciano se selló con otro empate que beneficia más a un Villareal que no se mereció tanto premio.