Es la Celestina, sin lugar a dudas, el texto más importante después del Quijote en Lengua Castellana. Aunque no es propiamente un texto dramático, escrito para ser representado, la mayoría de estudiosos la definen como novela dialogada, tan amplia y compleja que es imposible llevarla al escenario en su integridad.
Así que cada vez que se acomete una versión escénica es necesario hacer una amplia intervención sobre un texto tan extraordinario, y prácticamente inabarcable, desde los modos propios de escenario y la representación teatral. Se presenta la obra como una gran cordillera y la versión es sólo uno de los muchos caminos por los que ayudar a cruzar a los espectadores tan hermosos parajes.
El primer paso. Éste es un encargo de la Compañía de Teatro Clásico de Sevilla, y el fin de dicha compañía es acercar los clásicos al público actual. Llevarles su belleza. Su grandiosidad. Su contemporaneidad o modernidad. Pero sobre todo observando el clasicismo con respeto y como base fundamental de nuestra cultura y teatro actual.
Como decía, los diferentes caminos a tomar para afrontar la versión pueden ser muy variados. Me ha preocupado centrarme en la claridad de la narración y la trama. Que la historia, al igual que el lenguaje lleguen limpios al espectador actual. Dentro de la complejidad dramática he buscado anclar el desarrollo sobre el aliento de la tragedia. La distancia que se puede establecer desde los conceptos trágicos sirve para ayudarnos a dibujar con más precisión, sucesos, caracteres y conflictos.
La tragedia siempre sobrevuela por encima de la comedia. Una tragicomedia, definición de género híbrida, pero que arrastra desde los inicios un destino que arrojará a los personajes a redescubrirse en ese fin hacia donde van abocados.
SOBRE LA PUESTA EN ESCENA En la línea de otros trabajos realizados para Teatro Clásico de Sevilla, nuestro planteamiento escénico de La Celestina se caracterizará por la búsqueda de una estética clásica, la contextualización de los personajes y episodios en la época en que se desarrollan en el texto original y la consabida confrontación entre la Edad Media y el Renacimiento.
No por ello vamos a dejar de proponer una visión que renueve el mito, desvinculándolo de los tópicos y presupuestos que normalmente se asignan a esta tragicomedia.
Un ejemplo es nuestra visión de Calixto, representado habitualmente como una suerte de Romeo castellano. Creemos que lo que diferencia a Calixto de un campesino o artesano de la época es el estatus social y económico de su familia, la educación recibida y las galas que viste, no así sus aptitudes y vicios de niño bien y neófito amante. Él es el protagonista de la comedia.
Melibea es joven, se nos presenta como una eterna virgen, confinada en una jaula de oro,huerto y jardín florido, a la espera de un marido a la altura de su linaje y condición. Ella es la protagonista de la tragedia.
Naturalmente, el personaje de la Celestina requería ser encarnado por un intérprete a la altura de este reto, dada la energía necesaria para mantener el papel durante el desarrollo de la obra y los diferentes matices nos han llevado a proponerle el papel a Roberto Quintana, veterano actor de voz magistral y amplio registro actoral, y que desde nuestro punto de vista puede convertirse en el personaje ideal, portador del error trágico propiciado por la febril ineptitud de Calixto.
Por otro lado, los criados Sempronio y Pármeno o las putas Elicia y Areúsa, conforman una suerte de parejas complementarias. Los actores que encarnan estos roles forman parejas contrastadas por su diferencia de edad, aspecto y carácter, aunque evidentemente comparten la falta de escrúpulos y remilgos propios de gente falta de moral dudosa y educación nula.
Todos estos elementos van a propiciar que la parodia del amor cortés inherente en el texto, con las dosis de comedia que esto implica, vaya transformándose en una tragedia, alimentada por los deseos y vicios de los personajes, conducida por el coro omnipresente...