Pide una defensa firme de las que arriesgan sus vidas en muchos lugares del mundo por el derecho a la información. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, encuentra este año a la profesión periodística sumida en la crisis más grave que jamás ha afectado a esta actividad. Las empresas periodísticas, tras años de importantes beneficios que no han reinvertido en su actividad, sufren ahora las consecuencias de la crisis económica, a la que se suma el desafecto de la ciudadanía hacia los medios porque no han sabido cumplir con su responsabilidad social como mediadores del derecho a la información. Por no haber reinvertido las cuantiosas ganancias en sus productos, se encuentran ante la imposibilidad de enfrentarse a un relevo tecnológico para el que no han sabido prepararse. Los más perjudicados por esta situación son los trabajadores y trabajadoras de la información que, sin haber podido intervenir para frenar los desaciertos de sus empresarios, pagan ahora las consecuencias. El periodismo es una profesión cada vez más feminizada, ya que en las promociones que salen cada año de las universidades son mayoría las mujeres.
En esta profesión, como en otras muchas, se cumplen todos los agravios que sufren las mujeres trabajadoras en comparación con sus compañeros hombres: sueldos inferiores para responsabilidades idénticas, dificultades constantes para hacer compatible sus vida profesional y familiar, discriminación en el acceso a los cargos de responsabilidad, cuando no el acoso diario del machismo. Ese es el pan de cada día de las periodistas. La reducción de las plantillas y la disminución de las tarifas impuesta por las empresas se han cebado en los periodistas a la pieza, un sector en total indefensión laboral en el que las mujeres son mayoría y en el que muchas se han tenido que refugiar para hacer compatible su desarrollo profesional con sus responsabilidades familiares.
La feminización de esta profesión es un fenómeno mundial que está provocando la persecución de muchas periodistas, especialmente en aquellos países en los que ellas han sumado como una responsabilidad más de su condición de periodistas la defensa de los Derechos Humanos de las mujeres. El aislamiento, la cárcel e incluso la muerte es el precio que muchas están pagando o han pagado por ejercer su profesión con rigor y dignidad. Según un informe de la Red del Intercambio Internacional por la Libertad de Expresión (IFEX), el año pasado 44 periodistas en todo el mundo fueron amenazadas, atacadas o asesinadas. Por todo ello, en este 8 de marzo la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP) reclama del Gobierno que acometa de una vez por todas la necesaria regulación legal de la profesión periodística, para acabar con los abusos laborales sobre las periodistas y obligar a las empresas de comunicación a cumplir las medidas introducidas en la Ley de Igualdad. La FeSP pide a las organizaciones internacionales que asuman con firmeza la defensa de las periodistas en todos los lugares donde arriesgan sus vidas en defensa del derecho a la información de la ciudadanía.