El nombrado Municipio Turístico por la Junta de Andalucía hace dos años, Chipiona, afronta una nueva etapa de desarrollo en el sector, cuyo principal objetivo es romper con la estacionalidad del turismo de sol y playa. Para ello, el Ayuntamiento ha impulsado la Ruta Turística Rocío Jurado, y el museo, como homenaje a su isigne paisana que paseó por todo el mundo el nombre de su pueblo.
Además, el Centro de Interpretación del Nuevo Mundo, que acogerá el Castillo tras su restauración, supondrá una nueva oferta de turismo cultural que, junto con el Centro de Interpretación del Camaleón, situado en el cordón dunar del litoral chipionero, supondrán otras vías de captación de turistas. Sin olvidar el Pinar de la Villa, precioso entorno natural, o la Playa de Micaela, amenazada con desaparecer por las obras de ampliación del Puerto Deportivo y que, gracias a la acción de los ecologistas y las fuerzas políticas podría, no sólo conservarse, sino ser regenerada hasta la Punta de Montijo, uno de los paisajes más bellos y más olvidados del litoral gaditano.
Y es que la localidad situada a 52 kilómetros de Cádiz y con una población cercana a los 17.000 habitantes, es una de las poblaciones más importantes en cuanto a turismo se refiere, y no tanto por sus grandes monumentos artísticos sino porque ha sabido dar al visitante, una calidez y acogida que provoca que, año tras año, sean muchos los que se acercan en verano a pasar sus vacaciones.
Pero si nos remontamos a los orígenes de esta localidad habrá que detenerse en la época romana, ya que se han detectado restos romanos que datan al menos del siglo II a.C., aunque la llegada de los visigodos mermó la población, y no fue hasta varios siglos después cuando esta comenzó a recuperarse. Aunque la denominación de Chipiona deriva de un antiguo faro situado en la boca del río Guadalquivir y construido por Quinto Servilius Ceipión en el año 40 a.C. Este faro fue construido para que los barcos escaparan de los peligros de la piedra de Salmedina, causante de numerosos naufragios. Pero si el faro por el que debe su nombre la localidad es emblema del municipio aún más relevante, sobre todo desde hace unas décadas para acá, es la imagen de la Virgen de Regla. La tradición refiere que los discípulos de San Agustín, huyendo de los vándalos de África, llegaron a Chipiona por mar con la imagen de la Virgen de Regla. Invadida España por los árabes, los ermitaños ocultaron la imagen en un aljibe a unos treinta pasos de la ciudadela, hoy monasterio. La imagen permaneció oculta hasta el siglo XIV en que un religioso de la Orden de San Agustín la encontró, merced a una revelación del cielo. Sobre el aljibe se construyó el humilladero. El Santuario de la Virgen de Regla proviene de una fortaleza de los Ponce de León. Fue en el año 1399 cuando fue donado a los ermitaños de San Agustín quienes permanecieron hasta 1835 para posteriormente pasar a los franciscanos que es la comunidad que en estos momentos dirige el templo.