Pasada la resaca pos electoralista es momento de valoraciones, todos tienen algo positivo que referir menos Xavier, el niño de 16 meses con documento nacional de identidad español y pasaporte español, nacido en el Hospital Punta de Europa de Algeciras, a todas vistas andaluz.
El padre de Xavier, un hombre trabajador donde los haya, educado y buena persona fue expulsado de España por no contar con los papeles que le acreditaban como inmigrante regular. Ése es el único pecado que cometió. Lo pillaron, porque ésa es la palabra, después de que un honorable ciudadano no quiso pagarle el trabajo de albañilería, a cambio lo denunció. El mencionado le tendió premeditadamente la trampa, lo acorraló y el resto lo hicieron las fuerzas de seguridad, como es su obligación. Cayó como un conejo.
En estas fechas de tristeza monocroma, a pesar de la fragancia primaveral del azahar, ya no sabe uno donde terminan las barbas de Rajoy y empiezan las cejas de Zapatero. Fue lamentable las palabras que ambos sujetos destinaron a nuestros amigos inmigrantes, a mi vecina, al padre de los amigos de mi hija, a los compañeros de colegio de mi hijo. Dos tahúres bien acolchados, jugadores profesionales con su libro blanco de la verdad y tarjetitas de colorines, que cegados por conseguir más votos centristas apostaban sobre la mesa a ver quien había expulsado más inmigrantes y de qué manera. Sentí nauseas. Pensarán que los españolitos somos ignorantes y queremos sangre, pues no. Queremos que a Xavier se le respete su derecho a ser querido y cuidado por su padre, que le pueda dar besos, lo lleve al parque, le de comer, le cuente cuentos cuando le pique el sueño, que sea un niño feliz. A los desmemoriados de Rajoy y Zapatero se les olvidan las cosas importantes, esconden malintencionadamente que las personas que vienen a trabajar a España, a la España del patriota Zapatero y a la de Rajoy mentor de los Reyes Católicos, son grandes trabajadores, han sacado de los números rojos las arcas de la Seguridad Social, están contribuyendo a la vitalidad del transporte público, compran vivienda, dignifican los barrios socialmente más deteriorados, alegran nuestras plazas, generan riqueza y desarrollo, sus hijos sacan buenas notas, traen nuevas ideas, conocimiento, cultura, valores universales y convivencia. Desde luego estos dos personajes condenan a Xavier a la orfandad.
Lo más grave es que la Administración General del Estado, por medio de la Subdelegación del Gobierno de Cádiz, se atrevió a mentir diciendo que Xavier no es español. Representantes del Estado falsean sin escrúpulos la identidad de Xavier, esto es una barbaridad que tiene un tufo insoportable, va contra el niño y nos coloca a todos y a todas en una situación de total indefensión. Hoy es Xavier, mañana ya veremos quién cae.
La farfolla no termina ahí, y empiezan a engendrar el miedo y la confusión en la ciudadanía. El comunicado de prensa de la Subdelegación del Gobierno de Cádiz de 13 de marzo de 2008 dice que el regreso del padre de Xavier, que en su momento se le hizo una oferta de trabajo para resolver el tema como ellos informaron en escrito oficial, dice textualmente permitir este tipo de situaciones sería promover un efecto llamada de la emigración irregular. Pregunto, lo del efecto llamada fue invención de los asesores de Zapatero o de Rajoy, o en temas de inmigración tanto monta uno como otro. Puede que la Subdelegación del Gobierno de Cádiz haya tenido un lapsus del verbo, por no pensar mal. Me gustaría saber qué quieren decir con lo del efecto llamada. La propia Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, en el Anuario Estadístico de Inmigración 2006, recoge que en 2005 nacieron en España 2.340 niños o niñas cuyo padre era de nacionalidad boliviana. Para 2006 los datos de concesión de nacionalidad española por residencia solo ascendía a 34 menores entre 0 y 15 años de ascendencia Boliviana nacionalizados en toda España, sólo 34. Lo lamentamos Xavier, tú y otros pocos niños más, sois un grave problema para el Estado español, sencillamente desconcertante. Ya puede Zapatero tomar nota de estos datos en su libro blanco, con letra clara, y así los pueda leer la niña fantástica de Rajoy, porque Xavier es de carne y hueso, es de verdad.
El problema es que en ocasiones cuesta reconocer los errores y se quiere ser más papista que el Papa, que hay quien todavía no se entera que las administraciones públicas están al servicio de los ciudadanos. En otras provincias andaluzas este tema hubiera pasado desapercibido y Xavier estaría en compañía de su padre. Desde la Subdelegación del Gobierno de Cádiz no quieren saber nada de las recomendaciones y de las manifestaciones del Defensor del Pueblo Español, El Defensor del Pueblo Andaluz y Defensor del Menor de Andalucía. Hacen oídos sordos al Tribunal Supremo cuando dicta sentencias favorables para que niños españoles como Xavier puedan estar con su padres y que la mencionada Ley de Extranjería no sea un obstáculo. Todo un ejemplo.
La solución para ellos es que su padre se quede en Bolivia, su madre recoja la ropita de cuna de Xavier, haga las maletas y se vaya. Al cabo de los años cuando el sudor de sus padres lo haya criado en las condiciones más duras le daremos una nueva oportunidad: le recordaremos que es español y le ofreceremos trabajo en el Ejercito; lo mandaremos a una guerra y si tiene el honor patriótico de morir el Ministro del Interior o el Presidente del Gobierno que regente nuestro país pagará el viaje de su madre, intentarán en ese momento acercarse a ella en un falso gesto de condolencia para aliviar sus lágrimas sobre un féretro con la bandera de España. Estas imágenes las conocemos, ya está bien de jugar.
A estos políticos y a los administradores del imperio de la ley se les olvida que España ratificó el 30 de noviembre de 1990 la Convención de los Derechos del Niño de conformidad con los principios declarados en la Carta de Naciones Unidas sobre los derechos de todos los miembros de la familia humana. Contamos con la Ley Orgánica 1/1996 de 15 de enero de Protección Jurídica del Menor a nivel nacional y la Ley 1/1998 de 20 de Abril de los Derechos y la Atención al Menor en Andalucía. En todas ellas se reconoce que los niños, para su pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, deben crecer en el seno de una familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión. En conclusión, es fundamental para el bienestar social que prevalezcan los derechos de la infancia por encima de los empecinamientos, Xavier es español y se le está privando de la presencia de su padre. La solución solo tiene un camino, el de la cordura, que Xavier tiene todo el derecho de contar con su padre.
Ya, por último, algo tendrá que decir en este tema la Conferencia Episcopal, a la que tanto le gusta salir a la calle, hablar de la familia y que firmó el Reglamento de la Ley sobre Derechos y Libertades de los Extranjeros en España y su Integración Social; algo tendrán que decir los sindicatos, que también lo hicieron; algo tendrán que decir el resto de la administración garante de los derechos de la infancia y las entidades de protección a la infancia, porque los hijos e hijas de los inmigrantes son los nuevos españoles, los nuevos andaluces.
