Tenía todos los atributos de un líder nato: carisma, intensidad, fuerza, técnica, coraje... Y su fallecimiento, el 3 de diciembre de 1989, dejó huérfano al Real Madrid, a la selección y a los aficionados al baloncesto. Nunca olvidaré cómo recibí la noticia: estaba sentado en la camilla haciendo los deberes de 1º de BUP cuando comenzaron las noticias en Canal Sur, con aquella presentadora tan atractiva que presentaba La Jugada y, posteriormente, Reporteros (ahora no sé dónde anda). Ella fue la que dijo las terribles palabras: "El jugador de baloncesto Fernando Martín ha fallecido en accidente de tráfico...". No pude reprimir las lágrimas y me fui corriendo al salón para darle la noticia a mi madre, que le estaba haciendo un vestido a Paqui, la primera novia de mi hermano, en la mesa de corte y confección que habíamos instalado en el comedor. Y luego, el vacío. El silencio. La nada.
Reflexionando sobre estas casi dos décadas, podemos afirmar que Fernando Martín, de la mano de Lolo Sainz y Díaz Miguel, fue precursor del básket moderno. Con su altura, corría perfectamente el contraataque y tenía una complexión física y una intuición del juego que le permitía salirse fuera de la zona para lanzar de vez en cuando. Su talón de Aquiles, los tiros libres. Mítica era su forma de protestar a los árbitros, con aquel gesto torcido, casi de infante que pierde a su madre o de niño pequeño al que le quitan la piruleta.
Todavía tengo grabado en una cinta BETA un poema que le dedicó Ramón Trecet en 'Cerca de las Estrellas'. Venía a decir algo así: "Tú, con tu dulce soga al cuello, ahora te encuentras más cerca de las estrellas... Que nunca". Antonio sentía el mismo amor por el baloncesto (y un tiro de tres a lo Garbajosa), pero nunca llegó a epatar como lo hizo Fernando. Quizá por ser el primer jugador español en entrenarse con el torso desnudo en Central Park y luchar por un rebote con Tom Chambers, Abdul- Jabbar, Jack Sikma y Karl Malone.
De rostro impertérrito, esculpido en roca, era de las pocas personas en las que voz y cuerpo van de la mano, como una auténtica sinfonía (pensemos en Clark Gable, Juan Carlos Navarro o el líder de las Comunidades Neocatecumenales de los Dolores). Nunca olvidaré el partido que jugó el Real Madrid, unos días después del trágico suceso, ante el Paok de Salónica. Entre lágrimas, los compañeros y amigos de Martín sacaron una garra inédita para hacerle el mejor homenaje al ídolo caído, ganando de paliza al conjunto griego con la camiseta del '10' y un ramo de flores en el banquillo (aquel abrazo de Lolo Sainz y Llorente... De lo más emotivo que he visto en una cancha junto con las lágrimas de Alberto Angulo tras ganar a Lituania en cuartos del Eurobasket 99).
No creo que en el cielo haya internet (no habrá conexión), pero que sepa todo tu entorno que los aficionados (y neófitos también debido a su relación sentimental con Ana Obregón) seguimos echándote de menos y que contaremos aquellas batallas legendarias con Audie Norris; aquellos 'play offs' a muerte contra los Epi, Solozábal, Jiménez, Sibilio y compañía; y aquellos ganchos a tablero tras rebote ofensivo rabioso, a las generaciones venideras. 'Youtube' y tu hijo Jan, que juega en el filial del Madrid (y que parece que nunca llegará a tu nivel), se encargarán del resto. Al igual que Gasol, Calderón, Garbajosa, Navarro y demás jugadores de otro planeta, dejaste una huella imborrable en nuestros corazones.