Nueva Orleáns lo ha pasado muy mal en los últimos meses. El huracán Katrina devastó la ciudad y dejó un sentimiento de tristeza que ha tardado mucho en desaparecer. Por eso era tan importante que este «All Star» triunfara en la ciudad del Misisipi.
En el aspecto social, las estrellas de la NBA (presentes y pasadas) se esmeraron desde días antes en contribuir a la reconstrucción de las zonas más afectadas. Y en el deportivo, el tirón de los jugadores locales de los Hornets y el de las megaestrellas de la Liga sirvió para que todas las actividades fueran un éxito. Y el partido cumbre dominical no podía ser menos.
Después de una presentación espectacular, que reproducía en un decorado las famosas calles de Bourbon Street con su música en directo, por primera vez desde hace tiempo los dos equipos se esmeraron en ser competitivos. Por supuesto que no faltaron las acciones de cara a la galería, pero no falló la competitividad. Quien más, quien menos, se dejó ver en distintas fases, aunque el más hambriento, como suele ser habitual, fue LeBron James. El escolta de los Cavs demostró por qué es el hombre más completo del momento (27 puntos, 9 asistencias, 8 rebotes, 2 asistencias y 2 robos) y consiguió su segundo «MVP» en tres años.
Quedará para el recuerdo una última canasta, un mate estratosférico ante las torres del Oeste, que vieron cómo no les sirvió de nada remontar 16 puntos en el último cuarto. En cuanto LeBron se puso las pilas le dio el triunfo a los suyos (134- 128).