
Tras la gran aceptación obtenida en la anterior entrega semana 38/2007 de PALABRAS AL OÍDO que, nuestro querido y buen amigo D. José Miguel Núñez Moreno, SDB Inspector de la Inspectoría Salesiana María Auxiliadora (ISMA), nos ofreció la pasada semana, convirtiéndose en una de las noticias más visitadas en nuestras Webs, recordemos que nos comentaba algunos gestos y acciones sacados de la carismática vida de Don Bosco, donde ya por aquellos lejanos años 1851 al 1855, se adelantó en sus tiempos, convirtiéndose en un fiel protector de los jóvenes ante el trabajo y la sociedad, poniendo un gran interés para que en los contratos laborales, aun siendo de aprendizaje, quedaran preservados los derechos de los jóvenes trabajadores.
Esta semana nos ofrece otras Palabras al oído que, estamos seguro van a ser muy agradables y amenas de leer. Destaca la importancia de pequeños detalles, pero no por carecer de relevancia, dejan de ser inolvidables y entrañables, según los relatos de Juan Baustista Francesia, uno de los primeros muchachos desvalidos que acogieron Don Bosco y su querida madre Mamá Margarita, sin duda alguna, la primera colaboradora de la Obra Salesiana. En la reproducción fotografica de la pintura de Nino Musío, podemos ver a Mamá Margarita, acompañada de su hijo Don Bosco y un chaval, con la vieja casa de Valdocco al fondo, allí están las raíces de la gran Congregación Salesiana.
PALABRAS AL OÍDO (Año I Número 19, Semana 39/2.007)
Mis queridos amigos:
Coincidiréis conmigo en que, a veces los recuerdos más sencillos que guardamos en nuestra mente son los más elocuentes y expresivos. Los pequeños sucesos aparentemente sin importancia le dan la viveza necesaria y el colorido más hermoso a la realidad que atesora nuestra memoria.
Eso sucede también con nuestra historia salesiana. Los recuerdos más simples de aquellos primeros años del inicio del Oratorio nos sitúan ante la frescura de un manantial naciente que nos regala el agua cristalina y fresca de un torrente en crecida.
Juan Bautista Francesia, uno de los primeros muchachos que se quedan con Don Bosco en Valdocco, nos ha transmitido el recuerdo de pequeños sucesos que acaecían en un perdido rincón del Piamonte italiano. No tienen la portada de los grandes acontecimientos transformadores que suceden contemporáneamente en el país, pero si tienen la hondura de una pequeña historia salvadora para centenares de muchachos que se arremolinan en las fábricas, en los arrabales de la ciudad, en las calles y en las plazas buscando instintivamente sobrevivir. Carne de cañón.
Escribe Francesia que la cocina de Mamá Margarita se convertía, en el otoño lluvioso y en el largo invierno, en un espacio familiar y refugio caliente para todos los muchachos que se acercaban al fuego buscando un poco de calor y también de afecto. En el hogar y en la más absoluta pobreza se entretejen páginas hermosas de lo que podríamos llamar, sin exagerar, la cuna de la obra salesiana.
Un muchacho, torturado por las bromas pesadas de sus compañeros, encuentra refugio junto a mamá Margarita que le regala un racimo de uvas y bromea con él hasta arrancarle una sonrisa.
El chaval que ha hecho de un libro una pelota y juega con él hasta destrozarlo. Mamá Margarita, dándose cuenta, le llama la atención reprendiéndolo enérgicamente. Al momento, viéndolo mortificado, piensa: tras la herida, hace falta el aceite, y le da con cariño una manzana.
Un muchacho que tiene hambre y se cuela en la cocina entreteniéndola para aprovechar su descuido y robar un pedazo de queso. Mamá Margarita, lavando las verduras, se da cuenta y le recrimina: ¡Bien! La conciencia es como las cosquillas, hay quien las siente y quien no las siente. Y le da un buen tirón de orejas acompañado de una sonrisa.
Sentando un día junto a ella a un muchacho que andaba por mal camino, le dijo con la bondad y la energía de una madre: Debo decirte algo importante. ¿No te das cuenta de que has cambiado? Yo sé lo que te pasa. Te descuidas en tus responsabilidades y has dejado de rezar. Eres el último en ir a la Iglesia y vas con mala gana. Si Dios no te ayuda ¿Qué pretendes hacer en la vida? Cómete esta manzana y piénsalo un poco.
Para los chicos que se portaban bien, tenía también su palabra al oído: Bien, les decía. Don Bosco y el Señor están contentos de ti. Sigue así.
Razón, religión y cariño. Los tres pilares en los que se fundamenta el sistema preventivo. Valdocco fue un taller para experimentar en vivo y en directo el método educativo de nuestro padre. Don Bosco lo aprendió de Margarita. Y bien podríamos decir que el proyecto salesiano tiene mucho de la mirada bondadosa y tierna de la madre. Tradición menor, pensarán algunos. Pero es nuestra memoria, nuestra historia. El manantial donde volver siempre a beber el agua fresca del espíritu salesiano. Buena semana. Vuestro amigo,
José Miguel Núñez

