
Desde esta semana, Dios mediante, vamos a contar en www.sevillapress.com cada semana con PALABRAS AL OIDO una comunicación que, traeremos escritas por D. José Miguel Núñez Moreno, SDB Inspector de la Inspectoría Salesiana de María Auxiliadora, como recordarán esta nueva inspectoría que surgió hace dos cursos escolares de la unión de las de Córdoba y Sevilla, abarcando ahora: Andalucía, Extremadura y Canarias, pero a pesar de la gran extensión y por tanto de la agenda tan apretada, este carismático y gran sacerdote salesiano, buen amigo de sus amigos, trata muy al estilo de Don Bosco, sacar tiempo para comunicarse cada semana, con unas palabras que vendrá bien leerlas por parte de: educadores, salesianos, animadores, familia salesiana y todas las personas de buena voluntad y que, estén interesadas en leerlas en profundidad y sacar el buen fruto que, estamos seguro encontrarán nuestros, cada vez más numerosos y fieles lectores de nuestro grupo de webs SEVILLA PRESS, les dejamos con estas PALABRAS AL OIDO (Año I Número 18, Semana 38/2.007):
Mis queridos amigos:
Escribe Don Bosco en las Memorias del Oratorio, refiriéndose a los orígenes de Valdocco y el inicio de los talleres en el oratorio:
Apenas se pudo disponer de otras habitaciones, aumentó el número de aprendices artesanos, que llegó a ser de quince; todos escogidos de entre los más abandonados y en peligro (en el original añade: 1847).
Don Bosco escogió, lo expresa él mismo con claridad, a los jóvenes más abandonados y en peligro para el inicio de su oratorio. En nuestra familia, la preocupación por los últimos, por los más pobres, por los más abandonados ha sido siempre una constante y es una herencia comprometedora que hemos recibido de nuestro padre.
La preocupación social, el compromiso transformador, el sentido de la justicia y la sensibilidad hacia los últimos han sido siempre características de su acción pastoral y han vertebrado su misión.
Como muestra, un botón. En el archivo central de la Congregación Salesiana en Roma se conservan unos documentos inéditos y sorprendentes: un contrato de aprendizaje fechado en 1851; un segundo contrato, también de aprendizaje y éste en papel timbrado, fechado un año más tarde, 8 de febrero de 1852; algunos más fechados en 1855 ya bien estructurados y estandarizados con cláusulas bien concretas. Todos ellos están firmados por el patrón, el aprendiz y Don Bosco.
Curioso ¿no? Tanto más cuanto en la época no era habitual preservar los derechos de los trabajadores más jóvenes y éstos se veían sometidos a vejaciones y eran explotados sin contemplaciones por los patronos, muchos de ellos sin escrúpulos.
Don Bosco dio pasos decididos en la defensa de los más pobres y se comprometió firmemente en asegurar para sus muchachos condiciones de vida dignas y justas. Su visita a las fábricas, a las obras, a los talleres para conocer de primera mano la situación de los jóvenes trabajadores no le dejó indiferente.
Impresionan estos contratos de aprendices redactados a pie de obra para exigir la garantía de los derechos fundamentales de los muchachos: salud física, descanso los días festivos, salario justo, atención médica ¡Don Bosco fue auténticamente un pionero en la lucha social y la defensa de los más débiles!
Don Bosco miró a su alrededor y no dudó en tomar cartas en el asunto. Su contacto con los arrabales de Turín, con la miseria de sus calles, con la penuria de sus gentes, le hizo implicarse en la realidad y buscar soluciones creativas para afrontar el necesario cambio social.
A nosotros nos toca renovar esta actitud de encarnación en la realidad social y la búsqueda de soluciones a las viejas y siempre nuevas pobrezas juveniles. Nuestro padre supo conciliar la prudencia y la audacia pero no escatimó esfuerzos hasta la temeridad para ocuparse de los últimos.
Abandono, soledad, fracaso escolar, falta de expectativas, marginalidad, exclusión social realidades que hoy están a nuestro alrededor y que requieren la mirada atenta del educador y el compromiso creativo y transformador de todos los que hemos recibido el testigo de Don Bosco.
Buena semana. Vuestro amigo,
José Miguel Núñez

