Un oficio de fracasados, como Juan Luis Cebrián dice en el prólogo de la obra, no es ni unas memorias, ni un manual de periodismo, ni un relato ordenado de vivencias; sino una mera explicación a la gente de cómo, hoy día, se hace la información.
Rodolfo Serrano trata su discurrir diario como periodista, desde un punto de vista cómico e irónico. El lector puede darse cuenta de que los periodistas son seres humanos y al igual que cualquiera, pueden equivocarse.
A modo de anécdotas, Serrano nos cuenta su experiencia personal como periodista, los cambios que ha sufrido el medio y algunas que otras de sus pequeñas villanías.
Una de las cuestiones principales que se plantea en la obra, es la honestidad del periodista, un aspecto muy cuestionado hoy día. El periodista se ve como la persona que esta al acecho de la noticia, una persona sin escrúpulos, cuyo mero incentivo, aparte del económico, es la inmediatez y la actualidad. El propio autor se plantea la pregunta de: ¿Ser objetivo, ser honesto, o ser periodista?.
Es algo común ver en televisión como cientos de periodistas acampan en torno a la noticia. Por ejemplo, durante la enfermedad de Rocío Jurado, la puerta de su casa parecía un asentamiento ocupa; paparachis y fotógrafos de todos los medios de comunicación se hacinaban ante la desagradable noticia de la muerte de la tonadillera, ¿Es eso, realmente periodismo?. La concepción actual, difiere mucho de la idea que históricamente se ha tenido del periodismo. El periodista era visto como aquella persona objetiva, que siempre iba a contracorriente, en búsqueda de la libertad y la verdad.
Hoy día, prima el dinero. No hay más verdad que la que se pueda pagar y no hay suceso más noticioso, que aquel que mayor suma de dinero cueste.
Tradicionalmente, como el propio autor menciona en su libro: No sería noticia que un perro mordiera a un hombre, pero si lo sería que: Un hombre mordiera a un perro. Actualmente este concepto de noticiabilidad podría verse alterado; desde mi punto de vista no habría mayor noticia que el hecho, de que en una publicación Un perro diera en exclusiva, un mordisco a un hombre, o que ese mordisco en exclusiva fuera realizado por un perro del mismo partido político o ideología, que el director de la publicación.
Con esto, simplemente critico en clave de humor, al igual que Ismael Serrano, el concepto de periodismo que hoy día existe; controlado no simplemente por el poder económico, sino también por los grandes grupos empresariales. Una objetividad maquillada, siempre en la dirección de los beneficios de la propia publicación.
En relación a este asunto, llama mucho la atención aquella entrevista en exclusiva concedida por Farruquito a televisión española.
Una entrevista concedida a Jesús Quintero. Algo que no es por eso peculiar, ya que este periodista siempre se ha caracterizado por conseguir testimonios insólitos que muchos otros nunca hubieran sido capaz de conseguir. Se estima que la entrevista costó aproximadamente, a TVE, unos veinte millones de las antiguas pesetas. ¿Es lícito que una televisión pública, sufragada por los impuestos de todos lo españoles pague tal cantidad de dinero por una exclusiva?. Actualmente el pago de esas cifras por un testimonio parece normal para cualquier ciudadano de a píe. A nadie nos asusta, hoy día, ese detrimento de objetividad a favor de un aumento del beneficio propio; pero lo peculiar de este asunto es que ese pago no lo ha hecho una cadena privada, algo que no sería noticia ya que cada uno con su dinero hace lo que quiere; sino que lo ha hecho una cadena pública y es bien sabido que: ¡Hacienda somos todos!, pero ¿Televisión española, también somos todos?.
El libro también te lleva a la corriente actual de la figura del Colaborador; es decir, el intrusismo dentro del periodismo.