Hace apenas unos años las operaciones de la próstata se realizaban mediante cirugía abierta. Sin embargo, la robótica ha dado un paso más allá en este campo y hoy en día el robot Da Vinci es una realidad que permite al cirujano realizar, sentado ante una consola ergonómica, una intervención quirúrgica a distancia mediante el manejo de los brazos articulados del aparato. Desarrollada inicialmente en EE.UU., más en concreto en el marco de la industria armamentística norteamericana, la idea primitiva sobre la que se trabajó es que los cirujanos norteamericanos pudieran operar a sus soldados en el campo de batalla desde EE.UU o a los astronautas de la NASA.
Recuerda Gaspar Ibarluzea, urólogo del Grupo Urología Clínica, cómo la dificultad para establecer los canales de comunicación adecuados para que la técnica funcionase en las condiciones extremas de un campo de batalla o del espacio eran complicados. Había que contar con una línea directa para la cirugía, sin recargos, y el invento cayó en desuso. Sin embargo, añade el experto, los cirujanos norteamericanos descubrieron que mediante esta técnica se podían hacer cosas a las que no llegaban con la laparoscopia convencional: entre ellas, la prostatectomía radical para el cáncer de próstata, la extirpación completa de la próstata cancerosa.
Ésa es ahora la principal utilidad de Da Vinci en la Clínica Virgen Blanca de Begoña, único centro del País Vasco que dispone de este mecanismo. Da todos los grados de libertad de movimientos dentro del cuerpo y magnifica las imágenes hasta por diez veces su tamaño, ofreciendo al cirujano una visión tridimensional y anulando el temblor para que la precisión sea total. Para espacios muy concretos como es la próstata, sumida en el fondo de la pelvis, en un espacio mínimo y de visibilidad muy reducida, las ventajas que ofrece el Da Vinci son enormes. Permite manipular, hacer disecciones y suturas de una perfección absoluta. Ibarlucea detalla con precisión las ventajas del Da Vinci. El instrumental gira dentro del cuerpo como si lo hiciera la muñeca del cirujano, con la diferencia de que su tamaño, de entre uno y dos centímetros, le permite acceder a lugares imposibles para una mano.
Extirpar una próstata por vía laparoscópica en los casos de cáncer es una tarea muy complicada que requiere una curva de aprendizaje muy grande, puntualiza el experto. Se trata de una técnica procedente de la escuela francesa que se puso en marcha a finales de los 90 y ya en 2000 había un grupo selecto de cirujanos que dominaban la técnica. Poco a poco la laparoscopia fue imponiéndose como una elección entre los cirujanos de los países más avanzados para las prostatectomías pero no se alcanzaban, ni de lejos, los resultados de la cirugía abierta, ni en cuanto a eficacia ni en cuanto a eficiencia porque los tiempos eran muy largos y la prueba de aprendizaje también.
La aparición de Da Vinci ha revolucionado todo este campo. Es como sumergir la cabeza dentro del cuerpo, puntualiza Gaspar Ibarluzea. Da Vinci es el instrumento ideal para operar mediante una laparoscopia. El único problema que presenta es de índole económico. Hoy en día es una técnica cara cuyo uso sólo compensa en la prostatectomía radical, dado que esta intervención tiene unas secuelas importantes como son la incontinencia, la disfunción eréctil o la impotencia. Lo que se está consiguiendo mediante esta técnica es que el paciente quede como estaba con anterioridad, sólo que sin eyaculación. Los resultados, en lo que a los efectos adversos tradicionales de la prostatectomía se refiere, saltan a la vista: la continencia total se consigue en un 98 ó 99 por ciento de los casos y la potencia sexual se mantiene en un 60 por ciento de los mismos.
Las ventajas de Da Vinci son innumerables. Las operaciones de próstata se pueden acortar a unas dos horas y tanto la pérdida de sangre como el riesgo de infecciones son mínimos. La estancia hospitalaria se reduce a poco más de 24 horas y la recuperación posoperatoria también es más rápida. Y un aspecto importante tratándose de cáncer: algunos estudios indican que con el robot el margen positivo del tumor residual es muy inferior (9%), respecto al promedio de la laparoscopia (20%).
En toda Europa apenas existen instalados 70 robots de estas características. El Grupo Urología Clínica es el único que maneja un Da Vinci en todo el País Vasco y uno de los centros que más casuística posee al respecto en todo el Estado. Hoy en día los cánceres de próstata se está diagnosticando por debajo de los sesenta años, algo que permite diagnósticos precoces de cánceres muy incipientes que se pueden curar y cuyas secuelas quedan minimizadas, apunta Gaspar Ibarlucea. En principio el Da Vinci está indicado sólo para el cáncer en el tema de la próstata pero la máquina está capacitada para hacer toda la cirugía urológica, tanto abierta como laparoscópica. La técnica comenzó en 2001 y en apenas cinco años se ha consolidado de una manera eficaz.