
El pasado viernes, tuvo lugar en Málaga (dentro de las actividades del festival de cine), la presentación de Imaginario, un proyecto de largometraje con guión y dirección de Pablo Cantos, que contará con un importante elenco de actores y técnicos andaluces.
Ana Fernández, José Luis Gª Pérez y Antonio Dechent serán los protagonistas de esta historia en la frontera entre la realidad y la ficción, donde lo imaginado se alimenta de la vida que rodea a quien lo inventa... Junto a ellos, Cristina Plazas y Jorge de Juan completan el reparto.
"Imaginario no es un juego racional, sino una película que propone una reflexión sobre las contradicciones humanas; una historia sencilla de mujeres y hombres contemporáneos que hablan, piensan y se mueven entre lo vivido, lo inventado y lo imaginado." - Pablo Cantos
El rodaje, que comenzará en Octubre de 2006, se prolongará durante seis semanas en localizaciones de las ciudades de Málaga, Valencia y Larache y será producido por César Martínez, la productora malagueña Toma 27 (José Miguel López) y Neon producciónes.
Guionista habitual de Canal Sur para formatos de ficción, Pablo Cantos (nacido en Granada y afincado en Málaga) ha dirigido diversos trabajos audiovisuales entre los que se encuentran los documentales "Tientos y sayonaras" o "Picasso, la huella viva" para la fundación Picasso de Málaga, así como el cortometraje "Angel". Imaginario será su primer largometraje, que rodará en Alta Definición.
Las historias están hechas de retales de vidas. Como las de Pedro, un guionista de escasa reputación con pretensiones de escritor de novelas, que espera una oportunidad para la publicación de su manuscrito, ambientado en el Larache español del siglo XX... O las de Trinidad - actriz retirada y novelista casada con un tahúr que amanecía letrado - que en aquel Larache también aguardaba la publicación de su novela.
Las historias enredan la existencia y se citan con desconocidos... como la del propio abogado tahúr que, cargado de deudas, jugó a engañar los azares de su esposa con una secretaria poco delicada; o la de aquel pordiosero que - como hablaba mal y pensaba peor -
creyó haber nacido para las prestidigitaciones.
Las historias de ficción tienen una receta segura que conocía el Tío Celerino. Pero el Tío Celerino se murió sin dejar escritos, porque era analfabeto.

