“De todo lo que os han explicado no os creáis nada”. Es la primera de las notas que tomé de la conferencia y aún hoy, al releerla, me parece sino la mejor, una de las mejores reflexiones de punto de partida para el periodista deportivo, miento, para el periodista en general.

La decía Luis Mendiola en tono alegre y correcto con esa pizca de ironía canalla que destilan los que llevan muchos años detrás de una profesión pero quien tiene la sabiduría suficiente como para reinventarse cada día. En el periodismo es más bien cuestión de supervivencia.

No creerse nada es, en sí mismo, una doble negación que, como pensaría cualquier hablante de lengua inglesa, lleva al punto de crear un ente positivo. No creerse nada acaba conduciendo a la más cercana de las verdades, al menos a la más posible. Las armas han de ser la curiosidad y la perspicacia, los enemigos: los filtros y el tiempo.

Para Mendiola la proliferación de medios digitales, páginas webs y publicaciones gratuitas de todo tipo obliga al periódico tradicional a ofrecer “algo más” a sus lectores. El caso del baloncesto no es ajeno. El periodista está obligado a encontrar un punto de vista novedoso, diferente, “distanciarse de la noticia para poder contarla”. Ahí nace la interpretación, la curiosidad y la habilidad para entrar y salir constantemente de un mundo al que dedicas por igual pasiones y fobias.

Sentirse vencedor, sentirse ídolo sólo tiene cabida dentro de la cancha. Más allá de las líneas somos sólo ojeadores inquietos que cada día han de empezar con el marcador a cero.