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"Coria y baloncesto" es un libro emocionante de mi amigo Vicente Rodríguez Sosa. He acabado de leerlo ahora...mientras lo leía tomé unas notas que pensaba enviarle, estas:
Un libro muy bien escrito que trasluce la pluma de un lector muy culto.
Como el propio autor escribe, tiene el poder de la evocación de un tiempo, de una época de lo que fuimos. Tal como éramos...
Un trabajo minucioso, exhaustivo…
Coria: la Badalona del Sur.
Magnífico tipo Vicente, que deja de entrenar porque sostiene que más no es mejor, sino suficiente es mejor o que es de sabio dudar, de forma reflexiva, lo cual no son las características más idóneas para ejercer de guía en una pugna.
Mi buen amigo Vicente Rodríguez que sabe perfectamente que la estética en el deporte es ética o no es nada.
Un libro que uno ha disfrutado mucho, porque los libros que tienen que ver con la propia biografía llegan antes al saloncito del alma. Da uno fe de la pura verdad de este libro.
Muchas gracias a mi buen amigo José María Yáñez por regalarme esta joyita. "Pero sobre todo nuestra estimación es por ser nuestro amigo", escriben los dos como emocionante dedicatoria. La letra cuidada, pulcra, minuciosa es de Vicente.
Un libro con sobrias reflexiones acerca del hermoso deporte de la canasta.
Tiene uno orgullo de haber jugado en el cerro de San Juan, en el polideportivo municipal de Coria. Atestado de seguidores como si fuera Badalona.
Libro entrañable que detiene el tiempo. una proustiana mirada sobre el baloncesto coriano…
Este libro es algo más que una crónica que una sucesión de acontecimientos este libro intenta rescatar el alma de un juego que nos arrebató el tiempo y parte de nuestra vida. Bendita sea.
Me faltan dedos para contar los buenos amigos y amigas que tiene uno en Coria por el baloncesto
Leyendo este libro, recuerda uno que jugó en escenarios en escenarios tan hermosos como la plaza del Arenal de Dos Hermanas, la plaza de España de Lebrija, la plaza de San Fernando de Carmona o la plaza de España del de Aníbal González .
Prolija es la descripción de localizaciones increíbles donde se jugaba por puro amor al baloncesto. No debemos olvidar que las Atarazanas de Sevilla había una cancha de baloncesto. Cuarteles del ejército y de la guardia civil como el de Eritaña en Sevilla. Hangares de fábrica. Cines de verano en horarios de sol Un castillo en Jerez de los Caballeros. Talleres mecánicos, que con la grasa de los automóviles, convertían la cancha en una pista de patinaje. Una plaza de toros donde caerse era vacunarse del tétanos. Hasta un monasterio, en la Rábida. Cuando jugar al baloncesto era casi una epopeya .
Como bien dice el autor del libro, la lectura de este libro provoca una confortable y placentera nostalgia.
Un libro que hace justicia al enorme esfuerzo que unos apasionados corianos, hicieron por poner a Coria en la órbita del baloncesto.
Querido Vicente, todo este quería contarte y la vida no me ha dejado. Eso es lo que ocurre con la muerte que deja el partido sin acabar. Dime Vicente ¿se juega a baloncesto en el cielo? ¿Se pide tiempo muerto en los partidos? Muerto, qué palabra más mala. ¿Cómo se salta allí arriba? Lo mismo es al revés, hacia abajo. Lo que diga Newton. ¿Cómo suenan los balones en el parqué del cielo? Por allí deben andar Quino Salvo, Javier García, Ángel Almeida, Carlos Montes y el primero que se nos fue, Juanfra Garrido. Menudo equipo tienes para entrenar querido Vicente. Te has ido dejando un precioso testimonio. Un libro escrito desde tu lugar en el mundo, la banda, con tu oficio de entrenador del deporte más hermoso del mundo. Allí, en tu Coria, al lado del río donde las barcas están hoy a media asta. Mira, Vicente, no se puede estar con más elegancia en este mundo. Ahí van, estas, mis torpes palabras, por si te enteras amigo, por si te enteras...
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