Foto de CRISTÓBAL MANUEL, publicada en EL PAÍS, el 22 de octubre de 2012
Dedicar mi vida al estudio en profundidad del Gran Maestro Universal como fue GOYA, es algo que me persigue desde que tuve que dar una conferencia en la Excma. Diputación de Sevilla, por encargo de ANTONIO REINA PALAZÓN hace ya muchos años. Hasta entonces GOYA era un pintor desigual, diría si esto no se tomara como algo negativo que hasta fullero, porque el mismísimo VELÁZQUEZ deja flecos sin terminar y no digamos PICASSO, quien a veces, en su vorágine creativa y aunque los conceptos tradicionales no le importaran, dejaba obras que parecen inconclusas, o cuando menos, sin un estudio a fondo de los colores o las formas, que solventaba con su habilidad innata, con manchas, líneas, superposiciones y composiciones imposibles, tomando como referencia la realidad y la figuración e inclusive el cubismo y la abstracción.
En el caso de GOYA, estas figuraciones hechas en el doble sentido -de rapidez en cuanto a la impronta de la pincelada y a la densidad del empaste de color- representan diferentes grados o estadios dentro de sus diferentes maneras de pintar o dibujar, y dentro de la galería ingente de temas y estilos que abordó a lo largo de su intensa biografía. En el caso de que no se ajustaran a la “veracidad” del modelo, podía deberse a que no le interesaba por las características del encargo, su relación personal con el cliente, las dificultades técnicas, también de sueldo y presupuesto, que tendría (como algunas pinturas religiosas destinadas a cúpulas de iglesias), bien por el protagonista a retratar y sobre todo, y no nos olvidemos, porque intentaba abrir caminos nuevos en cuanto al modo de aplicar los materiales, de plasmar las formas (según fuesen dibujos en papel u óleo sobre lienzo, grabados, acuarelas, pintura mural o en marfil), aplicadas de manera oblicua, circular, de derecha a izquierda o a la inversa, en pequeños o grandes trazos, con mayor o menos cantidad e intensidad, etc. cuando se observan a simple vista cualquiera de sus obras sin tener por qué analizarlas con lupa, R.X. o microscopio, que ahí es donde se apreciarían mucho mejor todo esto que decimos, sus arrepentimientos o su acción directa, penetrando en las superficies rugosas o lisas de los soportes.
Partiendo de la base de los gustos de la época y del hecho de que salvo algún que otro asunto galante cercano al rococó, las expresiones, actitudes, fondos, modelos e imposiciones academicistas, obedecían a convenciones y tradiciones con las que él pretendía rebelarse, y con ello el que las figuras no debían manifestar emociones, ni desprender más simpatía que lo que pudiera trascender de la personalidad del retratado, en él todo esto se va trastocando desde antes de los apuntes y retratos que nos dejara de la duquesa de ALBA por ejemplo –y no me estoy refiriendo a las Majas, que no la representan- vemos cómo se nos aparece en su intimidad doméstica, con gestos y poses que hasta entonces eran ignotas para el Gran Arte Occidental, excepción hecha de las ilustraciones y caricaturas impresas.
Con respecto a los múltiples comentarios que ha generado al margen de su NO RELACIÓN sexual, sino platónica, o si a casos en su intento personal de posesión, habría mucha tela que cortar, desde que pasaran juntos una temporada en Sanlúcar de Barrameda y posiblemente alrededores -¿quién sabe si en Chipiona?- aunque de momento no exista constancia documental.
Pero ciñéndonos a la cercanía con que la capta, su firma en la arena de la playa, su escrito que podría cuestionar una hipotética relación con ella (que no comparto), sus diferentes puntos de vista/modos de captarla: de frente, de ¾ de perfil, de perfil, con otros personajes,…conforma una nueva manera de pintar, de hacernos partícipes de una intimidad cotidiana hasta entonces representada de manera idílica/idealizada, muy lejos de lo que él pretendía. Y es esto, la cercanía pintor-modelo, lo que va a proporcionarle entidad y categoría a esta novedosa manera de interpretar este asunto en el Arte. El de lo circunstancial, lo doméstico, lo que no traspasa el ámbito interior entre personas famosas o más o menos conocidas, como eran precisamente ambos. Esto da pie a otros muchos comentarios sobre si los hizo sólo para él o para ella y si ciertamente pueden parangonarse con los selfies actuales.
Esto va a ocurrir otras muchas veces, cuando tenga por delante a los modelos –que repite según fuesen sus distintas etapas o series- y según nos percatemos al observar detalles femeninos o masculinos, en los que recurre a lo popular y a lo castizo. Cuestión esta que desde él precisamente, van a dar lugar al estilo costumbrista, independientemente del tema o de si va a ocupar toda o sólo una parte de la composición.
Esta división, entre la pintura popular y la culta, será la que produzca ese nuevo avance del que todavía nos nutrimos, sobre todo en lo que afecta a los regionalismos hispánicos, historicismos y eclecticismos.
Por último y dentro de este contexto, todo esto ocurre porque GOYA nos introduce en su mundo; en el de los representados; en el momento mismo en que transcurre la escena que contemplamos como espectadores, cómplices o actores de lo que se “vive” o desarrolla dentro del cuadro.La 4ª pared, eso que para el teatro es fundamental y la constituyen los asistentes en la sala, se da a la perfección en algunas situaciones de GOYA, como en los “Fusilamientos del 2 y 3 de mayo” donde asistimos en directo a la ejecución, situándonos al lado de las víctimas de una acción cruenta, injusta y bélica, que se ha repetido a lo largo de la Historia, al punto que nos solidarizamos impotentes con ellas, estamos dentro de ella y somos víctimas pasivas, como ocurrirá también tantas veces en la Historia del Arte, su capacidad empática.
Será esta obra tan gráfica, tan realista e impresionista, la que deberíamos tener cada día por delante, como advertencia y denuncia ante cada una de las guerras que se están dando en el mundo, si los políticos, los magnates y los grupos de influencia mediática, no hagan nada por evitarlas, ni cada uno de nosotros en la medida que pueda, tampoco lo haga. Este es otro de los grandes valores del Arte, pues su fuerza –otra de sus fuerzas- radica en su poder demiúrgico, sanador, pacifista, en definitiva en su función como contrapoder y contra la guerra, cualquiera que sea.
Esta imagen de la guerra tampoco se había representado antes desde esta óptica tan cercana. Las batallas navales o los ejércitos de tierra, plasmaban escenas heroicas desde el punto de vista del vencedor, y no contemplaban a la gente anónima, ni la derrota de personas como fuimos, somos o son ahora los sirios, ucranianos, palestinos,…o cualquier grupo étnico o ser vivo, que sea objetivo de esta ruleta infame del destino. Asurbanipal. Napoleón, las tropas de batallas épicas, quedan lejos de este nuevo concepto e interpretación. Después, los siglos XIX y XX, la fotografía, la prensa, el cine y los audiovisuales, profundizarán en estas manifestaciones explícitas del hecho de matar, del asesinato aleatorio o selectivo,…
En esto también GOYA fue pionero porque esta y otras de sus obras (grabados de los Desastres y Caprichos), entran de lleno en el Arte Político, tomando partido con pinceles y buriles.
Tiempo habrá en que esta posición no estará tan clara, e incluso parezca que se pone de parte del invasor francés (el Coloso por ejemplo), y como no podía ser menos en la línea que seguimos en estos artículos, vuelve a contradecirse/contradecirnos, cuando decide exiliarse precisamente a Francia, considerando que en estas dos obras mencionadas en concreto, está denunciando la invasión de este país contra los españoles.
Por todo esto nos va a fascinar siempre GOYA, por su obra radical, potentísima, diversa, tan distinta a lo visto hasta entonces, considerada como un epílogo del Antiguo Régimen que él representó en su vida, su tiempo y a nosotros mismos reflejados en ellas.
TERESA LAFITA