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Siguiendo el estilo de las pinturas del siglo XV y XVI, estilo al que nos recuerda la propia imagen de la Virgen y buscando representar una escena naturalista teniendo como protagonista el Inmaculado Corazón de María, nos encontramos un paisaje irreal en el que utilizando la perspectiva aérea tenemos en primer plano la escena principal con una composición triangular formada por el nazareno arrodillado y con una vara, ofreciendo una azucena, como símbolo de pureza, a la Virgen que contempla la acción mientras sostiene al niño que bendice a su vez al nazareno, para cerrar la composición, se utiliza el capirote y un conjunto de flores que simbólicamente hacen referencia al carácter mariano, sacramental y de pasión de la hermandad.
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Esta escena nos recuerda a la temática desarrollada principalmente en el renacimiento por pintores como Rafael o Leonardo Davinci y posteriormente en el barroco, en la que aparecía la Virgen con el Niño Jesús y un infante San Juan Bautista. Aprovechando esta temática, el nazareno se convierte en el encargado, en el que tiene LA MISIÓN de anunciar al que estar por venir en la tierra de María.
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En la parte posterior de la escena, en la otra orilla del rio, como si se tratase del mismo paraíso, encontramos la ciudad de Sevilla, esa tierra de María y la iglesia del colegio del Claret, sede de la hermandad, rodeada de vegetación en la que destacan las palmeras, haciendo alusión al barrio de Heliópolis.
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Para reforzar la estética renacentista se utilizan colores brillantes, aplicados mediante la técnica del sfumato, fundiendo los colores entre sí y difuminando la pincelada a medida que se va enfriando gradualmente para crear el efecto de profundidad.
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Por último, se incluye en la composición el título de la Hermandad en la parte superior y la leyenda con el motivo de la celebración en la parte inferior.
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Agradesco a la hermandad y a su junta de gobierno la confianza depositada en mi trabajo

